lunes, 11 de mayo de 2009

EL RIESGO DEL INMOVILISMO

Es posible que detrás de estas últimas posiciones haya una especie de resentimiento hacia el presidente Saca y su “grupo”, quien a juzgar por los mismos señalamientos, sigue aferrado al poder, haciendo más notorias las debilidades de un partido que todavía no se repone de la derrota. Sin embargo, lo verdaderamente relevante son las insinuaciones de que con la conformación de la directiva del Primer Órgano del Estado se está repitiendo la práctica de poner un blindaje contra cualquier intento de escudriñar el pasado.

Esta sensación se está extendiendo con una rapidez asombrosa, más allá de cualquier ideología. No son muy convincentes los argumentos de que la alianza de ARENA y los partidos minoritarios solo tenga el propósito de asegurar la gobernabilidad y evitar los excesos de la contraparte en el ejercicio del poder. Aun si ese fuera el caso, queda la duda sobre qué debemos entender por gobernabilidad y cómo nos convencen de que ese celo no tiene otro propósito que ocultar los propios pecados. Otra cosa distinta es la inconveniencia de entregarle todo el poder a un solo partido, independientemente del liderazgo aglutinador que necesita el país para superar la miríada de problemas que está confrontando.

Tampoco ayudan a despejar las dudas sobre las intenciones subyacentes en la integración de la Junta Directiva de la Asamblea las declaraciones de connotadas personalidades de ARENA, descalificando las opiniones de quienes se han atrevido a señalar el escaso significado que tienen –para quienes ya forman parte del bloque opositor– las falencias que exhibe nuestro incipiente proceso democrático, como lo ha denunciado insistentemente FUSADES.

Es más, el hecho de que la anterior legislatura haya orillado reformas constitucionales importantes para que fueran ratificadas en este período, como aquellas atinentes al sistema electoral y la Corte de Cuentas, solo refuerza la creencia casi generalizada del flaco favor que le están haciendo a la institucionalidad democrática, aquellos que se consideran campeones de la libertad.

La dilación en designar al fiscal general y los cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia tampoco ayuda a confiar en el papel que jugarán los partidos representados en la Asamblea, para contribuir a consolidar nuestras instituciones. De esto no parecen darse cuenta, pero la ciudadanía sí se percata del significado de esa actuación, lo mismo que de las canonjías que siguen disfrutando como el financiamiento de la deuda política y el gasto en seguridad, para ex diputados que pocos ciudadanos conocen, como no sea por su desteñida ejecutoria.

En el intento de discernir sobre la incidencia de ese comportamiento en el futuro del país, también hay que considerar las dudas razonables sobre la actitud del partido que nos gobernará a partir de junio. Y aunque este es un tema bastante trillado, lo peor que podríamos hacer es cruzarnos de brazos esperando la definición de la línea ortodoxa del FMLN. Las muestras de soberbia que algunos de sus dirigentes han dado últimamente y el arrebato de sus huestes al invadir el recinto legislativo no han pasado desapercibidos entre aquellos que creemos en el juego auténticamente democrático.

Y para concluir por donde comenzamos, debemos decir que al país tampoco le conviene que ARENA se pulverice. Más bien debe solidificarse y hacer desde la oposición un esfuerzo para contribuir a consolidar la democracia, mas no para debilitarla. A menos que ellos tengan un concepto diferente del sistema.


Escrito por Juan Héctor Vidal / Columnista de LA PRENSA GRÁFICA

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