lunes, 25 de mayo de 2009

UN PERIPLO FUGAZ, CON ALCANCES INDESCIFRABLES

No se trata de que el repentino viaje del presidente electo a Caracas haya producido grandes sobresaltos. Después de todo, desde su aceptación como candidato dejó claro que estrecharía las relaciones con todos los países, siempre que fueran de interés para El Salvador y que se desarrollaran sobre la base de respeto. No obstante, las referencias expresas a Venezuela y a Cuba, alguna roncha dejaron en ciertos sectores, por los regímenes que los rigen y los riesgos de una intromisión abusiva en nuestros asuntos internos.

No creo que haya sido por esto último que don Mauricio trató de mantener una distancia, especialmente con el gobernante venezolano. Pero por un tiempo se tuvo la sensación de que quería dejar un testimonio de que, más allá de la estrecha amistad que une a los líderes ortodoxos de su partido con el señor Chávez, la política exterior la definiría él como le corresponde constitucionalmente.

Incluso trascendió que don Mauricio evitó una reunión con el mandatario venezolano en la pasada cumbre hemisférica, foros que normalmente se utilizan para hacer de manera más confidencial los primeros contactos y avanzar en temas que después se traducen en convenios bilaterales. En cambio, hay que recordar que su primer viaje ya como presidente electo lo hizo a Brasil, cuyo gobernante es admirado por casi todo el mundo por su liderazgo, pragmatismo económico y sobre todo por su visión acerca de cómo mantener la cohesión latinoamericana.

Pero sorpresivamente y a menos de dos semanas de la toma de posesión, decide visitar a Chávez y no lo hace solo, sino que en compañía de quien complementa su fórmula y del coordinador general del partido, a quienes se unieron, supuestamente, dos personajes que directamente han estado manejando Alba Petróleos. Se trató en definitiva de una misión donde la presencia del FMLN fue muy notoria, aunque la misma se dividiera al viajar separadamente.

Al respecto podrían barajarse varias cuestiones, comenzando por aquella que para muchos es la más plausible: la presión ejercida sobre el futuro presidente por parte del FMLN para demostrar que ellos no pueden ser dejados de lado, en un momento en que todavía había un forcejeo por la conformación del equipo de gobierno. La forma en que se expresó del gobernante venezolano, sugiriendo incluso que con su apoyo el país saldrá adelante y juntos harán la unidad latinoamericana, se considera un exceso, para decir lo menos. Esto es muy extraño en don Mauricio, aunque seguramente resultó gratificante para sus compañeros de viaje y por supuesto para Chávez, muy dado a que le rindan pleitesía.

Si el viaje, como también se ha sugerido, tenía entre sus propósitos replantear el tema petrolero e identificar nuevas opciones de cooperación en aspectos sociales y económicos, entonces causa extrañeza que no le hayan acompañado potenciales ministros –que no son del FMLN– pero que sí saben de esos temas. Con todo respeto, no creo que el alcalde de Soyapango haya podido hacer un mejor papel que el futuro ministro de Hacienda o que el coordinador general se desempeñara con mayor solvencia que el secretario técnico de la Presidencia. Esto sugiere que la misión tenía más de política que de otra cosa. Habría que ver qué tratará la comisión binacional anunciada.

El que no se haya informado oportunamente del viaje privó a los medios nacionales de compartir la noticia con la prensa oficialista bolivariana; consecuentemente, nos vimos obligados a aceptar un filtro sobre lo que realmente pasó en Caracas, aunque durante las largas y extrañas horas en que estuvieron reunidos los dignatarios se hubieran tratado temas sensibles para El Salvador.

Lo relevante en todo caso es que el señor Chávez nos acompañará en la fiesta cívica que celebraremos los salvadoreños el primero de junio. Ojalá no la eche a perder.


Escrito por Juan Héctor Vidal / Columnista de LA PRENSA GRÁFICA

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