viernes, 23 de enero de 2009

EL PARÓN DEL CARRO

Los resultados de las elecciones municipales, y principalmente las de diputados, han tenido un impacto político que va mucho más allá de lo que implican en términos de la correlación de fuerzas en las alcaldías y en la Asamblea Nacional.

Ciertamente, sería un error sacar cuentas para las elecciones presidenciales basadas ajustadamente en el número de votos que cada partido sacó en las de diputados. Dicha cuenta diría que ARENA ya ganó la presidencia, ya que el FMLN sacó apenas 42-44% de los votos, con lo cual en las presidenciales habría segunda vuelta y, en ésta, ARENA sacaría entre 54 y 56%, ya que no más de un 2% de los votos de otros partidos se irían al FMLN.

Esto sería ingenuo porque la gente vota distinto para diputados y para presidente y porque todavía falta mucho para las elecciones presidenciales. Pero esto no significa que los datos no estén cargados de significado para los votantes y que no vayan a afectar el resultado de las elecciones presidenciales.

Lo importante es que el resultado de las elecciones cambió la percepción que tenían los electores de la realidad electoral del país en varias dimensiones:

Primero, desmintió algo que el FMLN había logrado instilar en el público salvadoreño: la idea de que su triunfo era inevitable, de que los que votaran por ellos estarían en la onda del futuro, mientras que los que votaran por ARENA estarían en una minoría ínfima. La táctica era intimidar a los que no creen en el FMLN a través de hacerlos sentir aislados, sin esperanza. La realidad demostró que esto no es así. No es verdad que estén aislados. En realidad, somos la mayoría de los salvadoreños. El triunfo del FMLN no es inevitable. Es bien evitable. Son la minoría.

Segundo, demostró que Mauricio Funes no es invencible. En realidad demostró lo contrario. Él pidió que le dieran una mayoría en la Asamblea y quedó bien corto de ella. Le dio su apoyo a la candidata del FMLN a alcalde de San Salvador, pensando que esto le aseguraría el triunfo, y ésta perdió. La idea que Funes podía movilizar a "su" gente para lograr triunfos políticos demostró ser una idea vacía, sin contenido en la realidad. "Su gente" no puede ser mucha.

Tercero, mostró un lado del FMLN que sorprendió mucho a la gente --el lado del desconcierto y el escapismo ante los reveses políticos--. En el momento en que los resultados de las elecciones estaban siendo poco a poco develados, el liderato del partido desapareció, dejando solos a sus correligionarios en su desazón, y luego aparecieron con caras muy largas por un momento y volvieron a desaparecer. Este no es el tipo de liderato que necesita un país, especialmente en una época como la nuestra. No siempre se gana, y es en los momentos difíciles que se conoce el carácter de los líderes.

Cuarto, puso en duda todas las encuestas que le daban una enorme mayoría al FMLN y a Mauricio Funes. Los errores de estas encuestas fueron realmente de magnitudes enormes. Algunas de ellas, supuestamente académicas, daban una ventaja de 17 puntos porcentuales a Violeta Menjívar en San Salvador. Ella perdió por tres puntos. El error total es de 20 puntos. Es un error tan grande que pone en duda la credibilidad de las instituciones que las publican.

Este no fue el único error de ellas. También predijeron que el FMLN iba a tener un triunfo aplastante en la Asamblea, que iba a tener al menos la mayoría que Mauricio Funes había pedido. ¿Por qué debemos creer ahora que Mauricio Funes lleva una ventaja tan grande como la que las mismas encuestadoras decían que Violeta llevaba sobre Norman, las mismas que decían que el FMLN tendría una mayoría en la Asamblea? Con errores así, no puede distinguirse entre los velones del FMLN y esas encuestadoras. Decían lo mismo, estaban igualmente lejos de la realidad.

En realidad, lo que ha pasado en las elecciones tiene mucho en común con el reventón de una crisis financiera --el descubrimiento súbito de que lo que alguien ha venido asegurando por mucho tiempo es una mentira--. Como las instituciones que eventualmente fallaron en Wall Street, el FMLN y sus velones nos habían venido asegurando que ellos eran el cambio inevitable y que habían logrado un apoyo popular irresistible. Ahora, cuando llegó la primera hora de la verdad, encontramos que esas afirmaciones eran tan vacías como las de los financistas que quebraron en Wall Street.

Así como el descubrimiento de la verdad en Wall Street resultó en la quiebra de las empresas que no estaban basadas en la verdad, así el descubrimiento de la verdad en las elecciones de enero ha quebrado el mito de la invencibilidad del FMLN y de Mauricio Funes. El ambiente de la campaña presidencial será muy diferente del que ha prevalecido hasta ahora, los velones del FMLN serán menos y estarán sujetos a las burlas de los demás cuando digan que el cambio hacia el FMLN es inevitable.


*Máster en Economía, Northwestern University. Columnista de El Diario de Hoy.
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=6342&idArt=3259765

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