miércoles, 11 de febrero de 2009

SEÑAL DE ALERTA EN CINQUERA

La prensa nacional ha informado ampliamente sobre el comportamiento de un numeroso grupo de estudiantes que, en los contornos de su propio centro escolar y vistiendo el uniforme del mismo, agredieron verbalmente a Rodrigo Ávila y a su caravana. El procurador para la defensa de los derechos humanos ha censurado la manipulación política de esos niños y adolescentes.

La ministra de educación también se pronunció de manera muy enérgica y anunció que investigará a los maestros que pudieran ser responsables de tan lamentable incidente. Los dirigentes del FMLN, en cambio, se lavan las manos y le restan importancia al hecho.

Los adultos que pudieran ser responsables de haber inducido a los estudiantes a manifestarse de esa manera, tratan de desmarcarse alegando que los jóvenes actuaron espontáneamente, en respuesta a provocaciones de la caravana arenera. Sin embargo, la exhibición de pancartas en la línea de militantes estudiantiles pone en evidencia una acción premeditada. Algún tiempo toma conseguir las cartulinas y escribir en ellas las leyendas de repudio al candidato arenero. Eso no parece tan espontáneo.

De cualquier forma, creo que, en este caso, la espontaneidad debiera verse como un agravante y no como un atenuante. Si los estudiantes simplemente obedecieron instrucciones de alguno de sus “educadores”, la cosa no es tan grave.

Se identifica a los responsables, se les sanciona o se les remueve y ahí termina el problema. Pero si, como alegan, los estudiantes actuaron espontáneamente, entonces tendríamos que concluir que los han estado adoctrinando por un tiempo prolongado; tendríamos que concluir que esos muchachos tienen ya el odio y la intolerancia a flor de piel como resultado de influencias negativas sistemáticas. Eso es mucho más grave.

Yo no creo que los dirigentes del FMLN sean responsables del incidente. Están todos ellos muy ocupados con cosas mucho más importantes como para andar promoviendo ese tipo de manifestaciones.

El incidente en Cinquera no debe utilizarse maliciosamente para desprestigiar al FMLN en las semanas que quedan antes de la elección presidencial. En todo caso, debe tomarse como una señal de alarma sobre los valores y actuaciones de algunos “maestros” que bien podrían estar enquistados también en muchos otros centros escolares.

El adoctrinamiento ideológico y la manipulación emocional son prácticas “educativas” muy comunes en regímenes totalitarios y en poblaciones controladas por organizaciones terroristas.

De momento, podemos asumir que esas prácticas son excepcionales en nuestro país, pero a la vista de lo que están haciendo algunos regímenes con los que simpatizan la dirigencia y los militantes del FMLN, se vuelve necesario indagar qué tiene en mente ese partido cuando, en su programa de gobierno, plantea el propósito de realizar una profunda reforma educativa y una revisión del currículo en todos los niveles de la educación formal.

El discurso educativo contiene muchos términos y propuestas susceptibles de interpretaciones diversas y hasta contradictorias.

El pensamiento crítico, por ejemplo, se refiere a un conjunto de conocimientos, capacidades y hábitos mentales que hacen posible descubrir las causas, los aspectos subjetivos, las interrelaciones, la coherencia lógica, el respaldo empírico y los intereses subyacentes en los juicios que se hacen de la realidad. Sin embargo, para muchos educadores, desarrollar el pensamiento crítico significa todo lo contrario, se reduce a cultivar actitudes de rechazo indiscriminado al orden establecido, a los enemigos políticos y a todas sus actuaciones.

No me extrañaría que uno o varios maestros en Cinquera y en otras muchas escuelas estén más interesados en propiciar lealtades ideológicas prematuras que en educar realmente a sus estudiantes para que, en su momento, puedan pensar con amplitud de criterio y tomar decisiones libres en lo concerniente a su participación política. El Ministerio de Educación y los padres de familia deben cortar por lo sano esas influencias perniciosas.

Lo de Cinquera no debe sobredimensionarse. Es solo una señal de alarma. Pero debemos convenir en que es moralmente objetable valerse de una posición de poder o de vínculos emocionales para dominar la mente o la voluntad de personas que se encuentran en el lado vulnerable de cualquier relación de dependencia. Ese es el caso de los niños y adolescentes en las escuelas. Es también el caso de los empleados que están siendo presionados para votar por ARENA.

El adoctrinamiento ideológico debe considerarse en la discusión que están realizando los diputados sobre el proyecto de ley de protección integral de la niñez y adolescencia. La tipificación de faltas y los mecanismos para comprobarlas y sancionarlas debe tener prioridad sobre las propuestas burocráticas que se enfatizan en el referido proyecto.

JOAQUÍN SAMAYOA / Columnista La Prensa Gráfica
http://www.laprensagrafica.com/index.php/opinion/editorial/17347.html

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