jueves, 7 de mayo de 2009

¿HA PASADO EL PELIGRO DEL SOCIALISMO REVOLUCIONARIO?

“El FMLN ganó la presidencia y probablemente su dirigencia intente instaurar el socialismo revolucionario, a pesar de las buenas intenciones de Funes. La defensa es fortalecer instituciones y la democracia.”

La apertura y moderación mostrada por el presidente electo Funes y su equipo, algo que celebramos y esperamos que abra la oportunidad de lograr los grandes cambios necesarios en la consolidación de la democracia, ha hecho que algunos pierdan de vista que el partido que ganó la presidencia es el FMLN.

Se olvida o se le resta importancia a que la dirigencia del Frente ha manifestado por años su aspiración de hacer un gobierno socialista revolucionario, un proceso que puede tomar 15 ó 20 años. ¿Será posible que estos dirigentes que han pensado así por 30 ó 40 años, renuncien a sus ideales porque ganó el candidato moderado que escogieron? Creerlo sería inocente.

El escenario optimista es que Funes y su grupo auténticamente son como se han mostrado los primeros días, dispuestos a respetar la democracia, buscar entendimientos con amplios sectores, empresarios y oposición, que no cometerán errores graves que destrocen la economía maltratada por la crisis y que no comparten los sueños de socialismo revolucionario de Chávez. Que siendo este país presidencialista, tiene mucho poder para prevalecer en sus planteamientos y que encontrará la forma de llegar a términos con los dirigentes del FMLN y satisfacer en lo posible aspiraciones justas de las bases.

Es previsible que los jerarcas duros se sientan incómodos por la independencia mostrada por Funes, pero no le harán la vida difícil en lo que apunte a manejar la economía del país. Enfrentando una crisis económica complicadísima, al partido le conviene llegar a las elecciones de diputados dentro de tres años con una economía lo más fuerte posible, para ganar más legisladores y mejor aún, hasta al final del período presidencial, para intentar ganar la presidencia nuevamente. Si la economía es un desastre, sería difícil.

El montaje de las bases del socialismo revolucionario no se mostraría en el nombramiento ni el desempeño del gabinete económico y social, lo veremos si se quedan con los organismos de control ciudadano, los ministerios de Gobernación y Seguridad, el Organismo de Inteligencia del Estado y si inician la organización de policías de “barrio”, los Comités de Control ciudadano vistos en Nicaragua y Venezuela, que preparan el camino para el proceso revolucionario.

La mayoría de los ciudadanos no compartimos el deseo de ese Estado socialista revolucionario, más bien le tememos. No lo desean los 1.3 millones que votaron por ARENA, los 450 mil que agregó Funes y no votaban FMLN, ni una parte importante de su voto duro, la mayoría de la población y los votantes. Sin embargo, es muy probable es que traten de hacerlo, han estado en eso 30 ó 40 años y finalmente llegan al poder.

La amenaza es real pero evitable. El país no cae si sus instituciones son suficientemente fuertes, una Corte Suprema de Justicia profesional, independiente, que imparta justicia y sea valladar defensor de la Constitución. Una Asamblea Legislativa que represente dignamente al pueblo y no sea utilitarista y reprochable como hasta ahora, una Corte de Cuentas y una oficina de probidad fuerte e independiente, una Fiscalía y acusadores honestos, independientes, valientes, derechos.

De extraordinaria importancia es tener partidos políticos fuertes, que actúen por el país, no por intereses partidarios o personales. Aquí hay una tarea complicadísima que hacer, pues todos los partidos han estado secuestrados por pequeños grupos y los han manejado como de su propiedad, incluyendo al FMLN.

ARENA nos dio la grata sorpresa de salir del grupo que lo controlaba, nombrando presidente del COENA al ex presidente Cristiani, la persona más respetada del partido, quizá el único capaz de aglutinarla en este momento difícil, para iniciar una transición que ojalá sea progresista, para convertirse en una oposición fuerte en disciplina e ideología, cerrar filas, adaptarse y evolucionar a las necesidades de los tiempos, pasar de un partido de gobierno, de una maquinaria electoral, a un partido con ideario, principios y conceptos claros.

Un partido en donde no cuenten únicamente los que mueven bases, que tengan peso intelectuales que aporten pensamiento crítico. (Eso le falta a todos los partidos.) Con capacidad para negociar lo negociable en función de país, incluir a sangre joven y distanciarse de las malas prácticas que la tenían sumida en la crisis en que desembocó.

La presidencia de la Asamblea es un mal mensaje, probablemente un costo de la transición, que quizá era evitable.

La elección de Corte de Cuentas, fiscal y Corte Suprema, escogiendo despartidariamente, son cruciales para marcar diferencia con el pasado y fortalecer la democracia que serviría de protección a cualquier intento de ahogarla. El Frente tiene su parte.


Escrito por Rafael Castellanos / Columnista de LA PRENSA GRÁFICA

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