domingo, 12 de abril de 2009

EL CALENDARIO POLÍTICO SE ACELERA

En los días, semanas y meses por venir se verá cuán auténticas, confiables y practicables son las señales que venimos viendo desde el 15 de marzo.

Se inicia esta segunda fase del año, luego del paréntesis vacacional. En la primera, los momentos estelares fueron las dos elecciones: la del 18 de enero y la del 15 de marzo. Los resultados de dichas elecciones cambiaron el esquema de correlación de fuerzas, aunque sin el dramatismo que muchos auguraban. Esta segunda fase tendrá como fechas fundamentales previsibles el 1 de mayo, cuando tome posesión la nueva Asamblea Legislativa, y el 1 de junio, cuando asuma funciones el nuevo Ejecutivo, presidido por Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, y el FMLN se convierta en partido en el gobierno.

Estamos, pues, a sólo unos días de que esos acontecimientos empiecen a concretarse; y a partir del 1 de mayo la dinámica nacional entrará en un espacio diferente, a la luz de un dato de realidad que es el pivote de este giro: el cambio de posición entre ARENA y el FMLN, aquél como principal partido de oposición, y éste como partido gobernante por primera vez. Todavía hay buena parte del terreno por desbrozar para estar seguros de que ambos partidos, en sus posiciones a punto de ser estrenadas, se comportarán con la idoneidad, la mesura y la consistencia que las circunstancias demandan. Hasta ahora lo que ha habido son buenos signos sueltos, y hay que pasar a las posiciones articuladas.

Lo cierto es que en este segundo do tramo del año están por pasar cosas que sin duda representan un cambio importante dentro del proceso de democratización que se viene impulsando desde 1992. En realidad, el famoso “cambio” del que tanto se habló, desde distintas trincheras en la campaña, no lo hará ninguna ideología, sino el proceso mismo, y con el pulso y la certeza que dicho proceso ha mostrado en todos estos años.


LO QUE EL CIUDADANO ESPERA


Durante la campaña, y dentro de la turbulenta retórica que la caracterizó, llegó a parecer que el futuro inmediato del país sería una maraña intransitable. Ahora se ve con más precisión que, dadas las condiciones del país y del mundo, sería prácticamente imposible emprender un “trastorno revolucionario”. Sin embargo, quedan algunas tentaciones agazapadas en distintas áreas del mapa político nacional, y de la forma en que dichas tentaciones sean tratadas depende, en buena medida, que tengamos más o menos problemas posteriores. En la izquierda, la principal tentación desestabilizadora es la de levantar un “poder popular” paralelo al poder institucional; en la derecha, la de generar mecanismos obstruccionistas que dificulten aún más la atmósfera en que habrá de moverse la nueva Administración.

Hasta ahora, desde los dos partidos políticos más fuertes han surgido señales sobre la voluntad de no caer en ninguna de esas dos tentaciones o de otras semejantes. Esto es lo que debe plasmarse en hechos, decisiones y medidas. Todo ello para allanarle el camino a lo que la ciudadanía realmente quiere: esfuerzos compartidos para mejorar la vida, asegurar la convivencia pacífica y darle energías renovadas al desarrollo.

En los días, semanas y meses por venir se verá cuán auténticas, confiables y practicables son las señales que venimos viendo desde el 15 de marzo. Apostémosle por hoy a lo positivo, como otra señal de confianza en la sana dinámica del proceso nacional.


Editorial de La Prensa Gráfica

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