viernes, 17 de abril de 2009

SALOMÓN Y LA CORRESPONSABILIDAD DEL PODER

Una de las cosas que tenemos que entender, y rápido, es que la nueva situación en la que nos encontramos después de las elecciones presidenciales, demanda una actuación política completamente distinta al de nuestro pasado, particularmente en lo que respecta a la asignación de las responsabilidades entre el gobierno y la oposición.

Desde el final de la guerra y hasta el 18 de marzo de 2009 el escenario político fue uno en el que un lado, el de ARENA y el gobierno, trataban de mantener el esquema institucional del país, mientras que el otro, el del FMLN, trataba de subvertirlo y de evitar que el gobierno pudiera hacer nada que llevara al progreso.

Esta actitud del FMLN se volvió más dura cuando controlaron más del tercio de la Asamblea Nacional, lo que le permitió al partido cerrarle al gobierno de ARENA el acceso a los créditos que eran necesarios para tener inversión pública, es decir, para hacer escuelas, hospitales, carreteras, etc. Este comportamiento correspondía a un concepto de oposición que, sin ánimos de ofender, podríamos llamar irresponsable hasta el extremo troglodita: el buscar el poder aun a costa del bienestar del pueblo, que el FMLN mismo pretendía defender. El objetivo máximo era remover a ARENA del poder, y el FMLN lo perseguía aun si para esto era necesario perjudicar al pueblo. En realidad, el objetivo era perjudicar al pueblo para que éste le echara la culpa a ARENA.

El comportamiento del FMLN recuerda el de una de las mujeres que, según el Libro de Reyes en la Biblia, llevaron un bebé al Rey Salomón, cada una clamando que el bebé era de ella. El Rey Salomón pidió una espada y dijo que iba a partir al bebé para satisfacer a ambas. La verdadera madre gritó que no, que no lo partieran, que lo dieran a la otra mujer, mientras que la falsa madre dijo que sí, que era mejor partirlo para que la otra no se quedara con él. Por muchos años, el FMLN prefirió que se cortara al niño en dos, que no hubiera dinero para proyectos necesarios para el progreso del país.

Ahora las circunstancias han cambiado y en un par de meses el gobierno estará en manos del presidente electo Mauricio Funes, que subió al poder como candidato del FMLN. El gobierno necesitará financiamiento inmediatamente. El país tiene espacio para tomar dinero prestado y tiene una excelente calificación como buen pagador. Los fondos internacionales no son abundantes pero las circunstancias especiales de El Salvador hacen que sea factible obtener recursos suficientes. ARENA no puede oponerse a esto. Sería como dejar partir al bebé. Pero el nuevo gobierno no puede esperar que ARENA apoye las acciones de un gobierno que de todos modos esté dispuesto a partir al bebé, eliminando libertades, perpetuándose en el poder, haciendo las cosas que todos los gobiernos de la filosofía de Chávez y sus satélites han hecho y están haciendo.

Las condiciones difíciles que el nuevo gobierno encontrará al nomás tomar el poder hacen que sea crucial que el presidente electo cuente con una sólida unidad nacional y con una leal oposición, para usar la expresión que se usa en Inglaterra para referirse a los partidos que no están en el poder. Para esto, el gobierno debe ser también leal con su oposición y llegar a un acuerdo con todos los partidos políticos sobre un esquema simple y claro de lo que el presidente electo piensa hacer en el gobierno y que la oposición está dispuesta a apoyar. Llegar a un acuerdo sobre esto no debería de requerir mucho tiempo y debería de hacerse antes de que comience el nuevo período presidencial. Precedentes de pactos de este tipo, como el de Moncloa en España, demuestran con su éxito lo que se puede lograr con un buen entendimiento.

Hay mucha gente que pensará que llegar a un acuerdo sobre estos temas sería una pérdida de tiempo, especialmente los que van a ser ministros, o piensan que van a ser ministros, y que tienen una exagerada idea del poder de un ministerio y de un órgano Ejecutivo frente a una Asamblea Legislativa.

El presidente electo no está dentro de ellos. Ha hablado en varias ocasiones de la necesidad de tener políticas de estado --aquellas que debe perseguir todo gobierno independientemente de su orientación ideológica, como la educación pública-- y de hacer un pacto fiscal, un pacto por medio del cual todos los partidos políticos se comprometan a proveer los fondos y cobrar los impuestos necesarios para llevar adelante dichas políticas de Estado. En el nuevo ambiente de la política salvadoreña, estos arreglos tendrán que hacerse. Es mejor hacerlos antes que después, en medio de urgencias, y especialmente en medio de las urgencias que tendrá el nuevo gobierno al tomar posesión.

El presidente electo parece entender muy claramente la necesidad de tener unidad y gobernabilidad para enfrentar la crisis económica global. ARENA y los otros partidos de oposición también parecen entenderlo. Lo esencial es que se junten y lleguen a un acuerdo rápido que garantice tanto la institucionalidad como la gobernabilidad del país. En términos salomónicos, lo que el país necesita es dos madres verdaderas, que cooperen en el cuidado del bebé, no una verdadera y una falsa, como había sido hasta ahora.

Manuel Hinds
Máster en Economía, Northwestern University. Columnista de El Diario de Hoy.

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