jueves, 19 de marzo de 2009

DE UNAS CUANTAS SEÑALES DEPENDE MUCHO EMPLEO

No abona a la paz política el que hace un par de días Hugo Chávez nos haya cantado a los salvadoreños, lo que para muchos es un pésimo presagio de lo que puede depararnos el futuro. El domingo 15 la gente votó en orden y en paz, confiando en que al hacerlo se fortalecía la democracia y que en el futuro podría haber un cambio de signo político. Pero la señal que envió el dictador caribeño cayó más como burla de mal agüero que como felicitación.

La intranquilidad se manifiesta de muchas maneras, siendo una muy importante el poco tráfico por la noche; las calles están tan vacías como hace meses al subir explosivamente el precio del combustible; más y más personas se dan cuenta de que son sus empleos y su subsistencia los que están en juego.

Es natural, en este contexto, que ANEP pida al presidente electo que dé a conocer su futuro equipo de trabajo. Lo que importa no es tanto saber los nombres de los designados, sino su tendencia: si en su mayor parte serán escogidos entre "los amigos", si van a predominar los extremistas o, lo que sería ideal, que se escojan a los ministros y presidentes de autónomas por sus capacidades y experiencia más que por su color político.

ANEP tiene toda la razón del mundo en querer despejar las brumas que oscurecen el horizonte, brumas que la cancioncita de Chávez ha vuelto amenazadoras. La cúpula gremial tiene razón porque sus miembros dan empleo a varios centenares de miles de salvadoreños, los empleos más buscados, más productivos, de mayor nivel profesional y los que brindan las mejores oportunidades de superación. Si El Salvador ha logrado aprovechar las oportunidades del libre comercio y competir con la producción externa, es principalmente debido a las gremiales y las empresas que están aglutinadas en ANEP.

En Cuba, quien no obedece, no come
"Chávez" es muchas cosas, desde las FARC y el narcotráfico, hasta alianzas con el terrorismo mundial, los regímenes radicales del Medio Oriente y el nuevo poderío militar ruso, lo que choca frontalmente con la política estadounidense de no tolerar la intromisión en el Hemisferio de potencias foráneas, establecida por el Presidente Monroe a inicios del Siglo XIX.

De lo que puede estar seguro el presidente electo es que su independencia política está en relación inversa a sus acercamientos con los Chávez, los Castro, los iraníes y el ala radical del partido que lo postuló. Ese acercamiento, a la vez, acelera la posibilidad de que El Salvador se transforme en un narcoestado y en el proceso convierta a Funes en su rehén.

Hay que mantener a la vista una innegable verdad: que nadie va a representar mejor los intereses económicos y de empleo de los salvadoreños, que los grupos dirigentes del sector productivo, lo que incluye a ANEP y las gremiales. La mayor ruindad perpetrada por el FMLN después de los espantos de la guerra, es acusar al sector productivo de ser contrario al bienestar nacional y, más infame todavía, de lucrarse de la pobreza.

En un sistema de mercado que premia a los eficientes y a aquellos que mejor satisfacen las necesidades de la población, mientras menos pobres haya más prosperan las empresas. Los castristas mantienen un férreo control sobre los cubanos valiéndose precisamente de la pobreza: quien no obedece, no come.


Editorial de El Diario de Hoy

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