martes, 24 de marzo de 2009

LA ÚLTIMA PALABRA

Ojalá que Mauricio Funes se reserve la última palabra y no la ceda al Frente Farabundo Martí (FMLN), porque si de este partido van a depender las decisiones más importantes del nuevo gobierno de El Salvador, hasta le podrían cortar la palabra a los periodistas independientes, como ha hecho Hugo Chávez en Venezuela y trata de hacer Daniel Ortega en Nicaragua.

Lo poco que ha dicho Funes, tras ser elegido Presidente, deja entrever que gobernará de una forma distinta a los regímenes de la izquierda autoritaria en Bolivia, Venezuela y Nicaragua, pero eso hay que verlo antes de creerlo.

Una característica de Funes, que de entrada le diferencia de Ortega, Chávez y los ex guerrilleros extremistas del FMLN, es su formación y experiencia como periodista, profesión a la que se dedicó con éxito por más de dos décadas hasta entrar en la política.

Aunque llega al poder montado en el carro del FMLN, un partido tan ortodoxo como el Frente Sandinista (FSLN) y vinculado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), supongo que Funes tiene una noción clara y comprobada de lo que es la democracia y la importancia de la libertad de expresión y de prensa para el desarrollo de un país.

Mientras fue periodista, no sólo de la televisión salvadoreña sino de medios internacionales importantes, el hoy Presidente supo reclamar el derecho de los comunicadores sociales a informar sin restricciones, igual que el de la población en general a expresarse y opinar con libertad. Por ello, se caracterizó por ser crítico, por hacer las preguntas más difíciles e incómodas a los entrevistados.

Sin embargo, hay indicios de que Funes siendo candidato se negó a conceder entrevistas a medios de El Salvador. En la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), hace una semana en Paraguay, representantes de periódicos salvadoreños informaron de una relación tensa entre los medios y los candidatos del FMLN, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén.

“La fórmula presidencial de este partido se ha negado a participar en algunos programas de opinión de dos cadenas de televisión, TCS y Tecnovisión; al periódico El Diario de Hoy le ha negado constantemente entrevistas y ha dicho públicamente que solamente se la dará cuando exista un cambio de posición editorial de la empresa propietaria”, precisa el informe de la SIP.

De Sánchez Cerén puedo esperar eso y más, por ser uno de los duros del FMLN capaz de censurar a un medio de comunicación adverso; y en el caso de Funes me suena raro porque, independiente de su alianza política con la ex guerrilla, creo que ignorar a medios y periodistas, o en caso extremo atacarlos, sería ir contra los principios de libertad que abrigó en la misma profesión.

Aun si llegara a renegar de su época de periodista, algo que descarto, Funes sabrá que la información periodística independiente y crítica es necesaria para mejorar la administración pública. Como dijo Fernando Lugo, el presidente paraguayo que no es periodista sino sacerdote, “es mejor una prensa adversa, que nos ayuda desde su cuestionamiento a producir autocrítica necesaria para enmendar nuestros errores, que una prensa amiga que oculte los síntomas de errores de gestión”.

Funes tiene ahora la última palabra. Ojalá no se la quiten.

Douglas Carcache / Periódico La Prensa, Nicaragua

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