martes, 31 de marzo de 2009

JUEGO DE MORALEJAS

Nos hallamos aquí, y el momento es para estar en la sana expectativa: ni todo será una novela rosa, ni todo será una novela negra; ambas son formas de la irrealidad, porque la realidad siempre es multicolor.

Pasó la campaña, pasó la elección, pasó el momento de conocer el resultado, y ahora estamos aquí, en una calma que para muchos debe parecer inverosímil, pero que es lo que anticipaban los análisis desapasionados. En los días anteriores al 15 de marzo, alguien me dijo, con cierto tono de reproche: “Usted debería decir las cosas con más claridad”. Le respondí: “Las digo claras a mi modo; lo que pasa es que digo cosas distintas a las que usted quisiera oír”. Pero bien. Nos hallamos aquí, y el momento es para estar en la sana expectativa: ni todo será una novela rosa, ni todo será una novela negra; ambas son formas de la irrealidad, porque la realidad siempre es multicolor.

A estas alturas tan tempranas del nuevo momento es muy pronto para adelantar juicios definitivos sobre lo que hará o dejará de hacer cada quien, y en especial las fuerzas políticas; pero sí se pueden ir sacando conclusiones de lo ocurrido hasta la fecha. Y, para mejor orden, lo expreso en moralejas:

MORALEJA PARA LA CIUDADANÍA: durante la larguísima campaña electoral oímos de todo. Demasiado de todo. Y, a medida que avanzó, se desbordaron las imágenes crudas. Pocos argumentos sólidos y multitud de mensajes detonantes. El ambiente se fue llenando de ansiedades, provenientes del estado de ánimo de los partidos competidores. Al final, llegó el día. Tanto el candidato del FMLN, ya Presidente electo, como el candidato de ARENA reaccionaron con mesura y ponderación.

Ningún desborde. Alguien me decía: “Es que ganó la izquierda; que si hubiera perdido, las cosas hubieran sido muy distintas…” Podría ser. Pero vamos a la moraleja de fondo para nosotros, los ciudadanos: en una campaña electoral hay que oírlo todo, pero nunca hay que creerlo todo. No hay que comprar pasiones ajenas, del color que fueren.

MORALEJA PARA LOS PARTIDOS: independientemente de los resultados, que desde luego son determinantes, los partidos políticos han quedado con varias moralejas a su haber y a su deber. El FMLN gana por primera vez la Presidencia de la República, y lo hace dentro de la lógica natural de la alternancia: su moraleja es ésa, la de reconocer que tiene una responsabilidad fundamental con el proceso, más allá de cualquier fidelidad ideológica. ARENA perdió la elección, pero si se pone las pilas en serio y sin autocomplacencias inútiles, podría ganar la lección de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer: ésta es su moraleja. Para otros partidos como el PCN, el PDC y el FDR, la moraleja es clarísima: que piensen en autoconstruirse en vez de seguir pensando en acomodarse.

MORALEJA PARA LOS ESCÉPTICOS SOBRE LA NATURA-LEZA DEL PROCESO: a éstos, a partir del 15 de marzo, el proceso les renueva, de modo contundente, la obligación de ver las cosas como son y no como han seguido imaginándoselas. El proceso nacional existe, y la solución política de la guerra abrió un escenario que nadie es capaz de desconocer sin caer en lo ficticio. Ese escenario tiene su propia lógica, y de ella nadie escapa. Es el proceso de la integración nacional, después de ser durante mucho tiempo el proceso de la división nacional. Y esta naturaleza actuante del proceso es la que ha hecho que los tremendismos y los catastrofismos hayan quedado de pronto no sólo al descubierto, sino en trance de ridículo.

Hay más moralejas, y de ellas hablaremos otro día.


Por David Escobar Galindo

ARENA PODRÍA APRENDER DE LA DERECHA CHILENA

Entre 1988 y 1989, la derecha chilena perdió un referéndum nacional y unas elecciones presidenciales, lo cual la colocaron en la oposición por primera vez en 17 años. Sin embargo, a pesar de dicha derrota, la derecha básicamente mantuvo su mismo discurso.

A través de sus dos partidos, la Unión Democrática Independiente (UDI) y la Renovación Nacional (RN), la derecha chilena continuaba argumentando cómo ellos habían salvado a Chile, primero a través de un golpe militar en 1973 y posteriormente a través de una reforma económica, que había convertido a Chile en la envidia de crecimiento económico y de orden fiscal en América Latina.

El discurso de la derecha se basaba en la dicotomía de libertad económica vrs. estatismo (lo cual era perfectamente válido cuando sus adversarios se enfocaban en un discurso socialista). Los adversarios de la derecha en cambio, tanto los socialistas como los demócratas cristianos, aceptaron la libertad económica y la importancia de la economía de mercado como parte central de la vida política de Chile y al hacer esto, enfocaron la discusión de las políticas públicas hacia la equidad y la justicia social.

De esta manera, la izquierda y centro-izquierda chilena propusieron distintas alternativas para hacer más equitativo el crecimiento económico y plantearon programas para focalizar el gasto público, invertir más en educación y salud y supervisar más efectivamente a las empresas privatizadas.

Además, debido a que el sector privado ya no se sentía amenazado por posibles cambios radicales en las reglas del juego, la inversión privada creció aún más lo cual le permitió a los adversarios de la derecha autoproclamarse como mejores administradores del crecimiento económico.

Todas estas acciones hicieron que el discurso en defensa de Pinochet, de las libertades políticas y económicas que sostenían los principales líderes de la derecha chilena se volviese muy efectivo para mantener el voto duro del partido, pero poco efectivo para atraer a los votantes de centro, sobre todo a los más jóvenes.

Mucha gente podría argumentar que la izquierda chilena es muy diferente a la izquierda salvadoreña y que por ello, el ejemplo no es válido. Sin embargo, Chile fue el único país de América Latina que eligió a un gobierno socialista en plena Guerra Fría y en donde el partido comunista obtuvo más del 15% de la votación, algo que solamente había sucedido en países europeos. Es decir, que la radicalización de la izquierda chilena fue muy fuerte y que el miedo de un importante sector de la sociedad chilena era totalmente justificado.

Sin embargo, la izquierda chilena ha sido muy efectiva en reinventarse y la derecha, en cambio, ha sido bastante lenta en encontrar ideas nuevas y se ha anclado a un pasado que le dice muy poco a los votantes nuevos de Chile. El resultado ha sido que la derecha chilena ha perdido cuatro elecciones presidenciales consecutivas y cinco elecciones legislativas. Es importante que ARENA no siga por este mismo camino.

Rodrigo Chávez
Columnista de El Diario de Hoy.

FUNES ELOGIA "LOS CAMBIOS" DE EEUU Y ADVIERTE A CHÁVEZ

SAN JOSE (AFP) El presidente electo salvadoreño, Mauricio Funes, debutó el lunes en la arena internacional con elogios a "los cambios" en Estados Unidos y la advertencia de que no permitirá que el mandatario venezolano Hugo Chávez meta "un dedo" en la política de El Salvador.

Primer izquierdista elegido presidente de El Salvador, candidato de la ex guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Funes participó junto al mandatario saliente Antonio Saca en una cita de líderes de América Central con el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, que constituyó el primer contacto entre el gobierno demócrata de Barack Obama con el istmo.

"Los cambios ahora no solo vienen del sur, sino también vienen del norte", dijo Funes en una rueda de prensa junto al mandatario anfitrión, presidente de Costa Rica Oscar Arias, al elogiar a Washington por dialogar con sus vecinos latinoamericanos y escuchar sus demandas.

Funes declaró que aunque desea mantener las mejores relaciones con Chávez, no permitirá que "Venezuela meta ni tan solo un dedo en la política doméstica de El Salvador".

Dijo que quiere tener buenos lazos con Venezuela, así como con Bolivia y Nicaragua --con gobiernos aliados de Chávez--, pero también con Brasil, Argentina y Chile, que tienen mandatarios de izquierda moderados.

Sin embargo, Funes destacó que la diferencia entre izquierda y derecha no da cuenta de la complejidad de la sociedad actual.

"Siempre me preguntan si yo soy de la izquierda light, de la izquierda vegetariana, o de la izquierda radical, de la carnívora", dijo el presidente electo, lo que hizo reír a los periodistas.

"El cambio que estamos ofreciendo es mejorar la calidad de vida a los salvadoreños y eso no tiene que ver con la ideología", agregó.

Funes expresó que desea tener buenas relaciones con Washington cuando suceda el 1º de junio a Saca, un estrecho aliado del ex mandatario estadounidense George W. Bush en la "guerra contra el terrorismo" y quien mantuvo tropas en apoyo a la intervención norteamericana en Irak hasta comienzos de este año.

Antes de incursionar en política Funes era un periodista de televisión y fue elegido como candidato del partido de la ex guerrilla izquierdista, que tenía un crítico discurso contra el "imperialismo yanqui".

No obstante, Obama felicitó a Funes por su "histórico" triunfo y tres días después de los comicios envió a San Salvador al responsable de la diplomacia hacia América Latina, Thomas Shannon, quien mantuvo un encuentro privado con el mandatario electo.

El Salvador además quiere que Obama emprenda una reforma migratoria integral o al menos prorrogue el estatuto temporal que permite la permanencia de unos 230.000 salvadoreños en Estados Unidos.

Funes, quien está casado con una brasileña, también visitó Brasil luego de las elecciones y tuvo un encuentro privado con el mandatario Luis Inacio Lula Da Silva, de quien es amigo.

lunes, 30 de marzo de 2009

AL FONDO A LA IZQUIERDA

Es el mismo discurso y la misma promesa que se escuchó tantas veces en el pasado. Veamos algunos ejemplos. El 24 de abril de 1959, Fidel Castro pronunció estas palabras: "La revolución será tan verde como las palmeras". Hoy, muchos sospechan que fue una forma de tapar el ropaje rojo del comunismo.

También Hugo Chávez se presentó en Venezuela como líder de un gobierno de renovación. Han pasado los años, y todavía no se pueden cuantificar los efectos y y quizás los daños sociales, pedagógicos y políticos del chavismo.Lo mismo se fiaban los nicaragüenses con Daniel Ortega, dictadorcito en ciernes.

Ahora le llega el turno a Mauricio Funes, quien el 15 de marzo pasado ganó las elecciones presidenciales de El Salvador representando al grupo ex guerrillero FMLN. Como una caja de resonancia de los gobernantes con vocación de autócrata, aseguró: "Yo no tengo por qué alinearme a una izquierda o a otra". Respondía así al temor de que pueda seguir los pasos de Venezuela y Cuba.

Con el respeto que merece Funes, los engendros políticos que hemos visto trepar al poder han sido usualmente una amenaza para la estabilidad de la región. Estos neopaladines de la justicia social, surgidos del abandono estatal, el despotismo de los gobernantes y la desesperanza de la gente, prometen aliviar los males que por décadas han hecho estragos en nuestra América: la mentira, la corrupción y el abuso.

Que no se quejen ni se escandalicen los líderes latinoamericanos por que su parcela esté siendo ocupada por los comunistas, pues en todas estas décadas que han ocupado el poder no han remediado los problemas de la gente; por el contrario, han robado, se han aprovechado de sus cargos y han pisoteado al pueblo.

En cuanto a los que votaron por la izquierda, tampoco crean que mañana, o en un año, o en diez, tendrán suficiente comida en la mesa, empleo, servicios de salud. En cambio, sí corren el riesgo de perder libertades y empobrecerse, porque está bien demostrado que la izquierda trae más miseria y decadencia a los países subdesarrollados.

Estos revolucionarios del siglo XXI sufrirán tarde o temprano metamorfosis hacia el mal. Los que pierden siempre son las clases menos favorecidas, es decir, la mayoría. La minoría se establece en Miami mientras dura el desgobierno.

Las administraciones de izquierda, algunas más radicales que otras, podrían estar llevando el continente a una nueva era, que esperemos no sea de anarquía, como ciertos politólogos pronostican.

Lo malo no son las ideas izquierdistas, sino quién las aplica, porque, al final, a algunos el poder les envilece y les ciega la razón.Dios quiera que la izquierda salvadoreña, que según Mauricio Funes "tiene su propia identidad", saque la cara por el socialismo del continente, y no sea tan radical como la revolución bolivariana de Chávez o el sandinismo tergiversado de Ortega.

Así como va Latinoamérica votando por el socialismo, si los ciudadanos no asumen una verdadera responsabilidad y defienden la nación en que viven podrían estar encaminándose a una letrina que les puedo asegurar, sin devanarme mucho los sesos, está al fondo a la izquierda.

Por Raúl Benoit
Corresponsal internacional de Univisión.

GANADORES Y PERDEDORES (PASADOS, PRESENTES Y FUTUROS)

Sólo una terquedad rayana en el fanatismo negaría lo que casi todos los analistas políticos de El Salvador han dicho o escrito, a manera de colofón post-eleccionario, en las últimas semanas: el FMLN no puede asumir que la derrota de ARENA en los comicios del 15 de marzo es, por acto de magia, una reivindicación de su proyecto histórico. Esa sesgada lectura del mandato de los electores podría poner en peligro no sólo la gobernabilidad democrática, sino también la vigencia misma del FMLN como fuerza política de primer orden.

Basta leer el lucidísimo análisis que Napoleón Campos nos ofreció a los lectores de EL FARO, bajo el sugerente título de Victoria y después, para evitar caer en las interpretaciones simplistas. Estamos delante del más estrecho margen de diferencia porcentual, entre dos partidos mayoritarios, desde que nuestra historia democrática estrenó elecciones libres en 1984.

Pero también —hay que decirlo con todas sus letras— estamos delante de la más impresionante escalada en preferencias electorales que experimenta una bandera opositora desde que Cristiani y ARENA le arrebataron el Ejecutivo, en 1989, al PDC.

¿Podía el FMLN ganar sin Mauricio Funes? Parece quedar claro que no. ¿Necesitaba el ex periodista al FMLN para convertirse en candidato? Desde luego que sí. ¿Podía aumentar el techo del Frente, y en semejantes proporciones, sin la postulación de un candidato moderado, alejado de su trayectoria guerrillera? Todo parece indicar que no.

El partido, en consecuencia, fue el vehículo de un hombre que ha llegado al poder desvinculándose estratégicamente de él. ¿Habrá sido el candidato, por otra parte, el vehículo que el partido necesitaba para encontrar por fin la llave del éxito electoral y, una vez instalados, engrasar la maquinaria chirriante de sus propuestas de siempre, esas que asustaron a los votantes en tres contiendas anteriores? Está por verse.

Mauricio Funes “vendió” un concepto de cambio estable, dentro del sistema de libertades, afincado en un pragmatismo político bastante execrado por el FMLN histórico. Las posibilidades que tiene de convertirse en el reformador del Frente pasan por infinidad de obstáculos, muchos de los cuales no dependen exclusivamente de él ni de sus intenciones.

Sin embargo, me atrevería a adelantar que muchos sectores, incluso aquellos para los que Funes pareció al principio peligrosamente ambiguo, se sumarían con gusto a un proyecto que tuviera, entre sus principales propósitos, arrebatarle protagonismo a los radicales trasnochados de la izquierda salvadoreña.

A los trasnochados de la derecha salvadoreña los ha ido marginando la propia dinámica de ARENA, que ahora debe luchar contra las mezquindades y los personalismos más que contra las ortodoxias ideológicas o las desafortunadas invocaciones a la “pureza” doctrinal. De esto último, gracias a Dios, queda muy poco.

Los matices que mayor división causan ahora en la derecha nacional tienen que ver con posturas y aplicaciones, no con conceptos. Nadie pone en duda, por ejemplo, la necesidad de convertir al Estado en un vigilante interlocutor del mercado, de la misma manera que nadie está proponiendo que ello signifique, en la práctica, volver a aquella elefantiasis estatal que destrozó nuestra economía en los ochentas.

Pero el que los juegos de fuerza al interior de ARENA tengan, a la base, menos elementos ideológicos, tampoco significa que su responsabilidad histórica, como partido opositor, esté despojada de ambivalencias graves, profundas. Todavía me hace sonreír la amable “invitación” a callarme que algún personero del partido me hizo cuando aseguré, a través de mi columna quincenal en El Diario de Hoy, que quien había ganado la Alcaldía de San Salvador, el 18 de enero, no era ARENA, sino el candidato Norman Quijano.

Y aunque aquellas exhortaciones a la prudencia jamás fueron tomadas en cuenta por el grupo cercano a la campaña de Rodrigo Ávila, mentiría si dijera que no habían muchos más pensando como este servidor, aunque fueran pocos los que se atrevieron a publicarlo.

Los reduccionismos que dentro o fuera del FMLN llevaron a que un grupo de “intelectuales” recurrieran a un campo pagado para llamarme “plumífero” o acusarme de calumniador, habiendo cometido yo el “pecado” de reseñar críticamente la autobiografía de Salvador Sánchez Cerén —ahora Vicepresidente electo—, se diferencian muy poco de aquellos que, queriendo “defender” la ¿estrategia? de ARENA, me acusaron de estar alineado a la izquierda cuando dije, al principio de la campaña, que me avergonzaban los anónimos que circulaban en la Internet sobre Mauricio Funes.

A unos y a otros hay que enseñarles no sólo a debatir con argumentos, sino a demostrarles, con hechos, que es posible concebir la alternancia en el poder como una oportunidad de oro para la sensatez y la hidalguía.

¿Quiénes perdieron el domingo 15 de marzo? Los mezquinos, los que “patrimonializan” el Estado o las estructuras partidarias, los que se pudren en el radicalismo, los soberbios del ejercicio intelectual personalista. Y de esos todavía quedan bastantes, tanto alrededor del FMLN como de ARENA, pero quizá tengan sus días contados.

¿Quiénes ganaron? Los coherentes, los que no pretenden servirse ni de la política ni de la función pública, los que no compran ideas firmes al precio de la intolerancia ideológica, los intelectuales honestos que atacan los argumentos que creen erróneos, pero saben respetar a quien los defiende con honradez y nobleza. Y de estos, afortunadamente, hay muchos, tanto en ARENA como en el FMLN, y los hay más en la sociedad salvadoreña, que fue la gran triunfadora del proceso electoral que llegó a su fin el pasado 15 de marzo.

Federico Hernández Aguilar
Escritor

¿SERÁ EL SALVADOR OTRA NICARAGUA?

Si tomamos en consideración los resultados electorales que le dieron la victoria al FMLN, es evidente que la reducida diferencia con la que se adjudicó su triunfo, “anima” el “espíritu de unidad nacional” que ya muy acertadamente ha proclamado el presidente electo, condición sine qua non para viabilizar un proyecto de nación, mas aún si se considera el reducido margen de maniobra que tendrá el FMLN en un Parlamento donde solamente obtuvo 35 escaños de los 84 que conforman el hemiciclo parlamentario, ARENA posee 32 de esos escaños.

Si la tentativa de la concertación fracasa, bajo este escenario el nuevo presidente se arriesgaría a enfrentar una crisis de gobernabilidad al “fracturar” el delicado equilibrio político existente, dificultándole a su gobierno implementar las políticas necesarias para echar andar su plan de gobierno.

Este posible escenario produciría a lo interno de todos los ámbitos de la sociedad, relaciones de poder altamente polarizadas, como consecuencia de las diferencias ideológicas o por conflictos surgidos por la influencia y poder de las diferentes instituciones y agrupaciones de la sociedad civil. Exactamente lo que está sucediendo en Nicaragua.

Afortunadamente, el discurso de Funes se presenta más bien como una propuesta genuinamente incluyente y conciliadora, no como un discurso populista electorero.

En un intento de extrapolar el ejercicio electoral salvadoreño a nuestra realidad política, habría que partir en primera instancia del nivel de institucionalidad que demostró poseer el Tribunal Supremo Electoral de El Salvador, al conducir estos comicios apegados al mandato que la ley le confiere, ganándose el reconocimiento en primera instancia de sus propios ciudadanos así como de la comunidad internacional.

No merece siquiera la comparación con el Consejo Supremo Electoral en Nicaragua, engendro de la caudillesca clase política del país.

¿Será El Salvador otra Nicaragua? No lo creo; el discurso conciliador, moderado e incluyente de Funes parece sustentarse en primera instancia en su trayectoria, la cual no ha sido ni como político y menos aún como “guerrillero” que tampoco nunca lo fue, sino más bien como un ciudadano comprometido con válidas causas sociales, que se presentó ante el electorado con un discurso moderado y cuidándose de guardar la distancia con Chávez. Ha sido evidente que la gente votó por él como persona más allá de cualquier bandera política.

En segundo lugar, su discurso y planteamientos discurren en el contexto de una realidad política muy diferente a la que impera en Nicaragua, independientemente de las críticas de las que podría ser objeto el actual partido en el gobierno (ARENA), no podrá negársele que durante los últimos años, propició las condiciones necesarias para sentar las bases de los procesos de cambio y desarrollo en el país, no puede negarse asimismo que en El Salvador desde la firma de Los Acuerdos de Paz en Chapultepec, se avanzó sustancialmente en la lucha contra la pobreza, la modernización del Estado y el desarrollo de la infraestructura productiva del país así como en su apertura al comercio.

Los retos aún son muchos pero sin embargo se gestó un proceso de transformación que ha sido sostenible en el tiempo y que sin duda es perfectible. En este sentido, otro signo positivo del presidente electo ha sido al declarar que dará continuidad y ampliara a su vez, programas sociales que implementó el actual gobierno. Asimismo, la decisión del presidente Saca de viajar a Managua en compañía de Funes a la próxima cumbre de presidentes centroamericanos, abona políticamente a la buenandanza del dialogo y la concertación.

En definitiva, el resultado de las recientes elecciones en El Salvador no podría verse o analizarse de manera aislada sino más bien dentro del más amplio contexto político y social, donde el principal eslabón producto de este proceso de maduración política ha sido el nivel de institucionalidad que ha alcanzado la sociedad salvadoreña, a diferencia de lo que acontece en Nicaragua donde no existe ese “muro de contención” institucional propio de sociedades que presentan un mayor grado de desarrollo político.

El presidente electo salvadoreño, si de algo ha de estar muy consciente, es de que su discurso ha de ser coherente y consecuente con su accionar político, sabe que con su elección no se endosa el monopolio del poder ni mucho menos, que ha de ejercer su mandato apegado al marco institucional que le confiere la constitución política de su país.

En una democracia, la constitución política está asegurada por su propios “candados institucionales”, cuya llave solamente permanece a buen resguardo en un Estado de Derecho, esto pareciera ser el caso en El Salvador. Siendo así, esto vendría a reforzar la tesis de que El Salvador no será otra Nicaragua, donde contrariamente nuestra constitución política es violentada por cualquier vándalo agenciado de una simple y burda “ganzúa”.

Uriel Herrera
Columnista de Nuevo Diario, Nicaragua

viernes, 27 de marzo de 2009

15 AÑOS DEFENDIENDO LA LIBERTAD

Hace 15 años inicié escribiendo en las páginas de Opinión de LA PRENSA GRÁFICA, siendo el titular de mi primer artículo “Los 14, La Argolla Dorada, y los Bancos”, cuyo contenido era una defensa al sistema de libre empresa.

Hoy, quiero reiterar mi agradecimiento a los señores Dutriz, como cariñosamente los conocemos desde hace más de 60 años, por la oportunidad que me han brindado de poder expresar mis reflexiones sobre los diferentes problemas nacionales.

Jamás he pretendido ser un escritor, mucho menos un analista, porque para tener esos calificativos se necesita ser un erudito; pero soy un salvadoreño, que ama esta tierra, que lucho y lucharé siempre por la libertad de nuestro El Salvador.

Por medio de mis artículos de opinión he pretendido inculcar en los salvadoreños: el amor a la patria, la valentía en la defensa de la libertad, la confianza en Dios y la necesidad de unirnos para combatir de frente aquellos que pretendían imponernos las cadenas de la esclavitud, por medio de un régimen oprobioso y perverso como el comunismo. Por eso considero y siempre lo he manifestado: “Que es preferible morir de pie por la libertad que subyugados por los comunistas”.

La lucha por cualquier causa justa debe ser decidida y valiente, solo así se puede tener resultados positivos, el ejemplo clásico fue mi lucha por la recuperación de los terrenos del Parque Nacional del Boquerón, los que habían sido “robados” a los salvadoreños, que durante 14 años del proceso judicial se enfrentaron tácticas dilatorias y ruines, pero jamás nos rendimos ante ellas.

Quiero dejar constancia que jamás recibí un pago de nadie por esta acción realizada, pero me cabe la satisfacción que hoy día el Parque Nacional del Boquerón es disfrutado por todos los salvadoreños y las futuras generaciones.

Pero cuando la causa es la libertad de nuestro El Salvador, la lucha tiene que ser tenaz, y valiente, pensando en los colores azul y blanco, para hacerle frente a los enemigos de nuestra libertad, los comunistas criollos; que hoy son una realidad y como pueblo ya comenzamos a recibir sus amenazas.

En LA PRENSA GRÁFICA de 20 de marzo de 2009, aparecen en la página titulada Tema del Día las declaraciones de un personero de la Tendencia Revolucionaria, donde hace un llamado a la dirigencia y afiliados del FMLN para organizarse en “asambleas populares”, con el fin de defender al gobierno; muy similar estas asambleas populares, a los comités de barrios cubanos y a los círculos bolivarianos de Chávez, cuyo único fin es reprimir al pueblo cuando reclama por la libertad; esta situación la señalé en el artículo “Defendamos la Libertad”, ante el posible triunfo de los comunistas, que hoy es un hecho cierto.

Los salvadoreños no nacimos esclavos y recibimos ese gran legado de la libertad, pero no la supimos defender para conservarla, traicionando así los esfuerzos de aquellos héroes que dieron la vida por ella. Ha sido nuestra apatía, indiferencia ante los problemas nacionales y no escuchar las voces de alerta lo que ha permitido que nosotros mismos nos pongamos los grilletes de un gobierno comunista, el tiempo me dará la razón. Además hemos aceptado que se violente nuestra Constitución de la República, al aceptar la inscripción de una planilla presidencial del FMLN nula, de nulidad absoluta, pues uno de los candidatos carece de la moralidad notoria que exige el artículo 151 constitucional; situación que denuncié al encargado de la legalidad del país, el fiscal general de la República.

Invito a los salvadoreños a unirnos en defensa de nuestra libertad e ingresar al Movimiento Cívico Pro Patria, el cual está a mi cargo. Viva El Salvador.


Escrito por Luis Gómez Zárate

QUE ACOMPAÑEN Y SE DEJEN ACOMPAÑAR

La transición obliga a acompañar en la discusión de medidas para sostener lo que hemos logrado y sobre todo, para enrumbarnos hacia una dinámica más comprometida con la inclusión territorial y poblacional a las oportunidades de desarrollo.

Los que creen que la ideología se agota en el himno electoral, en el adjetivo de neoliberal, en el blanco o negro, en el bueno o malo, en el amigo y el enemigo, en la bandera de ARENA y el FMLN tendrán que evolucionar para acomodarse a las nuevas exigencias políticas.

En menos de quince días los discursos han cambiado. No era tan cierto lo que nos quisieron hacer creer e imponer. Ese es el factor sorpresa que inspira la evolución.

Los reacomodos han iniciado... la realidad ha cambiado de lugar a todos... los que han estado detrás del escritorio pasarán al frente; los que han esperado el servicio pasarán a servir; los que han estado de observadores pasarán a actuar; los que han hecho cola sin llegar a tiempo de la repartición seguramente serán los primeros; los que consiguieron empleos de confianza personal, sin importar la capacidad, tendrán que competir en el mercado laboral; los que sustituyeron la economía de mercado con la economía del negocio tendrán que aprender a competir y desearán respeto a la institucionalidad; los que han gobernado por 20 largos años pasan a una oposición constructiva y empezarán vigilar y a pedir cuentas. Seguramente lo que hizo y lo que se dejó de hacer por conveniencia y con pretextos... será materia de reflexión.

¿Qué se espera de una oposición constructiva? Primero, sinceridad, compromiso ideológico y evaluación de su práctica ideológica. Los grupos sociales, políticos, económicos se diferencian por su ideología, pero... ¿Se perdió la ideología en las estructuras administrativas del Estado? O ¿se encubrió en las estructuras del Estado la falta de ideología? ¿Hay consistencia ideológica? ¿Es posible continuar encubriendo las inconsistencias ideológicas?

Hay que preguntarlo porque dirigentes de gremiales empresariales se apasionan destacando que defienden un sistema de libertades, pero... se oponen pasionalmente al derecho de organización laboral.

Hay que preguntar por qué la institucionalidad de libre competencia no fue bandera de los que dicen defender el sistema de libertades económicas. No hay competencia para todos. Hay y se protegen monopolios. La administración privada no ha demostrado que es mejor que la administración pública. Con esto, el sector privado se ha desprestigiado porque todo lo que se declaró ha quedado en el aire. Y hay más que debe preguntarse y responderse para ser constructivos.

Segundo... una oposición constructiva debe comprometerse con la democracia y el desarrollo intelectual. La democracia supone pluralismo y obliga a la tolerancia. La práctica ha sido de exclusión y de prepotencia. Nadie toma en serio a una oposición que públicamente quiera mantenerse y fortalecerse sobre la base de la ignorancia y el temor.

El mundo ha cambiado... las ideas se han universalizado, el comercio se ha integrado y la solidaridad, riqueza de la diversidad siguen de moda. El arma de eliminación es calificar a cualquiera de comunista, pero ¿cuál es el contenido de integración de la derecha? Y más, ¿cuál es la ideología de la oposición constructiva durante la próxima gestión?

El simplismo y reduccionismo del pasado es insuficiente en esta nueva etapa. Más que conservar debe asumirse compromiso con renovar... más que continuismo debe provocarse un modernismo.

FUSADES refleja una clara ideología institucional... en muchos temas, ha sido de oposición constructiva a muchas de las medidas de la administración actual. ¿Alguien puede acusarla de comunista? El simplismo, el reduccionismo, la emotividad debe ser sustituida por la producción y el debate intelectual y sobre todo, por la actitud permanente al aprendizaje y la evolución intelectual.

Tercero... la oposición constructiva tendrá que evolucionar sobre el conocimiento para ponerse a “tono con los tiempos y las expectativas”. Hay que recuperar la capacidad de diferenciar los espacios de acción y decisión. En 20 años las acciones y decisiones provocaron una amalgama entre partido y aparato de Estado.

Las mismas caras... en uno y otro lado, en un lado intereses y en otro conflicto de intereses. En la oposición constructiva, seguramente se logrará recuperar la confianza en la libertad y responsabilidad individual, y también en el riesgo personal porque ni el amigo ni el compadre estarán disponibles para hacer favores.

En la oposición constructiva, seguramente la institucionalidad recuperará el prestigio. En la oposición constructiva, la verdad y la integridad entrarán en su fase de recuperación.

Sandra de Barraza/ Columnista de LA PRENSA GRÁFICA

MODERNIZACIÓN POLÍTICA

Con motivo de los resultados electorales del 15 de marzo, una Comisión Política integrada por los ex presidentes Alfredo Cristiani, Armando Calderón Sol y Francisco Flores, viene realizando consultas política sobre el nuevo papel que debe desempeñar ARENA como partido de oposición.

Creo que independientemente de los resultados, ARENA estaba en la obligación de reestructurarse, de modernizarse. Las condiciones sociales, políticas y económicas de 1989, año en que accedió al poder como partido de oposición, no son las mismas en la actualidad. Lo mismo se podría decir del FMLN, pues a pesar de haber ganado las elecciones del 18 de enero y del 15 de marzo, es el partido que está más urgido, paradójicamente, de reestructuración tanto en sus estatutos y programas de acción como en sus principios.

Me parece atinada la decisión de la Comisión Política en su primera consulta con fundadores, al afirmar que ARENA debe ser una oposición proponente y constructiva, sensata y leal. La oposición por la oposición es estéril y contraproducente. Sin embargo, habría que agregar otro ingrediente esencial, pues no solamente debe limitarse a criticar las políticas y planes del gobierno de turno, sino también a elaborar programas de gobierno alternativos y someterlos a juicio de la sociedad.

La elaboración de políticas y programas de gobierno alternativos es fundamental si tomamos en cuenta que el FMLN, hasta la fecha, no ha definido sus principios ni el modelo económico que va a aplicar durante su gestión; pues al mismo tiempo que adversa la ideología neoliberal --la base teórica del capitalismo-- sostiene que respetará el modelo economía de mercado y la propiedad privada. Y en esto la oposición debe ser muy firme y enérgica. No puede negociar por ningún motivo el modelo economía de mercado ni la democracia liberal y representativa que establece la Constitución Política.

Es importante recordar que en el país se ha respetado el derecho del sufragio, de asociación para constituir partidos políticos o ingresar a los ya existentes y optar a cargos públicos. Y esto solamente es posible dentro de un Estado de Derecho o Estado Constitucional.

La propuesta del FMLN en su programa de gobierno 2009/2014 de crear un "Estado Democrático Social de Derecho" no sólo es un concepto confuso, sino también inoperante. Pues el Estado Social de Derecho es el mismo "Welfare State" o Estado de Bienestar o Estado Benefactor, el cual fracasó en Gran Bretaña y Suecia por la década de los 70. Los gastos del gobierno tienden a aumentar más rápidamente que los ingresos, provocando crisis financieras. Es decir que el Estado Social de Derecho agudizaría la crisis económica y la inestabilidad social.

Aunque la palabra reestructurar es fuerte, pues significa modificar la organización, no debería despertar temores. Su objetivo es convertir a ARENA en una institución más creativa, más dinámica y más receptiva a las demandas fundamentales de la sociedad. Entre estas demandas merecen atención especial el trabajo, el techo, la alimentación, la educación y la salud.

Los problemas económicos, sociales y políticos del país son verdaderamente serios y no se pueden enfrentar de manera aislada, sino unida. ARENA debería tomar la iniciativa de unificar a la oposición en un proyecto común para tratar de sacar al país de la crisis económica y social en que se encuentra. El medio más adecuado para ese fin es, sin lugar a dudas, la Asamblea Legislativa. Este es un organismo colegiado deliberante e independiente, el foro por excelencia para el debate, análisis y discusión de los problemas nacionales.

De la reestructuración o modernización que ponga en práctica ARENA para realizar una oposición proponente, fuerte, capaz e inteligente; de los programas alternativos que elabore para salir de la crisis económica, política y social y, sobre todo, de su contribución al fortalecimiento del Estado de Derecho, dependerá el apoyo que pueda obtener de los ciudadanos en las próximas consultas electorales.

Carlos Sandoval
Columnista de El Diario de Hoy

jueves, 26 de marzo de 2009

OTRA IZQUIERDA AL PODER

El triunfo de Mauricio Funes y la ex guerrilla del FMLN en las elecciones presidenciales de El Salvador abre la oportunidad de que el país supere dos pesados lastres que han limitado su madurez democrática: el continuismo y la polarización.
El camino luce difícil y complejo, pero las posibilidades de avance son reales.


Aún existen sectores marxistas intransigentes en el partido triunfante, y de derecha irreductible en la derrotada Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que estuvo 20 años en el poder. No está claro cuál es la influencia real de Funes en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, al que se incorporó después de ser candidato; la desconfianza entre adversarios ha sido una constante, y el proceso electoral agudizó la retórica de choque.

Una economía en recesión, el temor de los empresarios, la fuerte exclusión social, la arraigada violencia y la imposibilidad de cumplir las expectativas de campaña complican el panorama. Así como podrían generar mayor pragmatismo en el gobierno, también podrían impulsarlo hacia medidas populistas o confrontarlo con presiones extremistas.

Pero, en medio de los escollos y riesgos, existen fuertes posibilidades de que se consoliden la alternancia en el poder y un mayor acercamiento entre adversarios.
Funes no sólo es un moderado. También quiere parecerlo y está haciendo lo posible por actuar como tal.

En el complejo arcoiris de la izquierda latinoamericana, busca inspiración y apoyo en el presidente Lula y su Partido del Trabajo, del que su esposa brasileña es representante en Centroamérica.

En su equipo de transición abundan los tecnócratas, no los cuadros de partido. Sus compromisos incluyen respetar la Constitución, la propiedad privada, la sensatez macroeconómica, la libertad de expresión y la integridad de las fuerzas armadas. Es algo con lo que, desde la oposición, el FMLN ha vivido por años.

En el Congreso y las alcaldías bajo su control, los ex guerrilleros han dado múltiples señales de realismo y disposición a negociar. Aunque no han sido capaces de una profunda revisión ideológica que desentierre sus raíces totalitarias, al menos han actuado al margen de ellas.

Más allá de sus intenciones, las realidades también estimulan la moderación.
Con 35 diputados, el FMLN estará muy lejos de la mayoría en el nuevo Congreso. ARENA, un partido minuciosamente organizado, dispondrá de 32; Conciliación Nacional (PCN), también de derecha, de 11; la centrista Democracia Cristiana (PDC), de 5, y Centro Democrático (CD), socialdemócrata, de uno.

Negociar será indispensable. Para aprobar o frenar legislación ordinaria, a cualquiera de los dos grandes le bastará con el apoyo del PCN. Pero para elegir magistrados de la Corte Suprema de Justicia y otros jerarcas de entidades de control, la mayoría calificada requerida obliga a los acuerdos entre el FMLN y Arena.

Las instituciones del estado, aún débiles, tienen mayor estabilidad que las de Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Los empresarios ejercen sólida influencia, quizá excesiva. La economía, dolarizada, depende en enorme medida del mercado y las inversiones de Estados Unidos, y de las remesas que envían los salvadoreños residentes allí.

Funes ha declarado su intención de tener estrechas relaciones con Washington. El presidente Barack Obama ha respondido cálidamente: su rápida felicitación, la conversación telefónica de 15 minutos entre ambos y el envío a San Salvador de Thomas Shanon, encargado de la diplomacia hemisférica, para reunirse con el presidente electo, tienen importancia real.

Pasar de las intenciones y realidades a una nueva dinámica política, que abra camino a la alternancia normal en el poder, reduzca la polarización y, así, mejore el bienestar de todos requerirá mucha madurez compartida.

La oposición deberá entender que el mandato de Funes es de reforma profunda. El nuevo gobernante y su partido deberán actuar dentro de claros límites institucionales. Y las corrientes moderadas en ambos campos deberán esforzarse por controlar sus extremos.

¿Complejo? Sin duda. Pero la oportunidad que se abre es real y podría cambiar, para bien, el destino de El Salvador.


By EDUARDO ULIBARRI
Columnista de El Nuevo Herald

LECCIONES

“Una cosa es defenderse de críticas injustas o malintencionadas y otra muy diferente es rechazar indiscriminadamente cualquier observación de errores o aspectos negativos.”

En los días siguientes a la elección presidencial han circulado, por medios electrónicos, varios mensajes reprochándole con saña al presidente Saca los muchos y graves errores que, a juicio de los autores —anónimos en la mayoría de los casos—, ocasionaron la derrota electoral de ARENA. Además del tono apocalíptico con el que se refieren al fin de la dinastía arenera, los reclamos que se le hacen al presidente galopan como demonios alborotados tras un exorcismo exitoso.

Lo curioso es que la mayoría de los que hoy se sienten agraviados y hasta traicionados no tuvieron la entereza para decir oportunamente todo lo que ahora están diciendo. No quisieron exponerse. Solo unos pocos columnistas, con conocimiento mucho más limitado de las intimidades de los círculos de poder, advertimos públicamente sobre arbitrariedades y posibles hechos de corrupción. Ya en la coyuntura preelectoral, algunos areneros denunciaron la manipulación del proceso de selección de candidatos, pero sobran los dedos de las manos para contarlos.

Traigo esto a cuenta no para restregar el dedo en una dolorosa llaga, sino para extraer lecciones, no solo para ARENA, también para otros partidos, particularmente para el nuevo partido de gobierno. La crítica, aunque sea bien intencionada, rara vez es bien recibida por los que detentan posiciones de poder; sin embargo, es un antídoto muy necesario para evitar que broten del poder las prolíficas células cancerosas que, tarde o temprano, habrán de destruirlo.

El primero que debe tomar la amarga lección que deja el gobierno de Tony Saca es el nuevo presidente. Talvez más importante que la selección de las personas que ocuparán los cargos más visibles en su equipo de gobierno es la selección del grupo de máxima confianza que estará cerca de él todos los días en la casa presidencial. Esos colaboradores tienen un perfil público bajo, pero llegan a tener mucho poder para conceder o negar acceso al presidente; para llamar o distraer su atención sobre determinados problemas; para facilitarle o dificultarle que atienda críticas y sugerencias sobre su gestión.

El presidente debe tomar con mucha reserva el consejo de los oportunistas y aduladores que siempre se las arreglan para conseguir asiento preferencial en los círculos de poder. Debe rodearse de personas con intelecto igual o superior al suyo; gente franca, honesta y con personalidad para expresar puntos de vista diferentes que lo inciten a pensar, con amplitud de criterio técnico y político, las decisiones más importantes.

Pero la experiencia de los areneros que hoy se sienten defraudados debe ser tomada muy en cuenta también por los simpatizantes del FMLN. Mal servicio le harían a su partido y al presidente si se autocensuran, si reaccionan defensivamente a los señalamientos provenientes de sectores ajenos o adversos al gobierno. Durante la campaña electoral muchos simpatizantes del FMLN y de Mauricio Funes exhibieron ese tipo de actitudes, algunos con bastante intolerancia y agresividad.

Una cosa es defenderse de críticas injustas o malintencionadas y otra muy diferente es rechazar indiscriminadamente cualquier observación de errores o aspectos negativos.

Escrito por Joaquín Samayoa

SIGO PRESENTE POR MI PATRIA

Desde que se proclamara el nuevo Presidente de El Salvador, he escuchado de todo. Las líneas que siguen, me gustaría dirigirlas a todos aquellos que aceptamos la victoria de Mauricio Funes, porque es consecuencia de apoyar un sistema de libertades como el que se ha consolidado en los últimos 20 años, pero que no compartimos, bajo ningún aspecto, la ideología de su partido.

No es el fin del mundo. El lunes, después de un domingo de elecciones, volvió a amanecer. Quizá el cielo estuvo encapotado, gris, como los ánimos de muchos, pero El Salvador tiene que seguir.

Después de una campaña desgastante en todos los sentidos y de unos resultados que no deseábamos, es hora de examinarnos primero, para ponernos a trabajar inmediatamente después.

Buscar culpables de la derrota arenera no sirve de nada, pero sí tenemos que reconocer que veinte años en el gobierno desgastan a cualquiera; que no se trata simplemente que la macroeconomía funcione, cuando tantas familias salvadoreñas se la pasan verdaderamente mal, mientras que muchas otras se gastan más de un sueldo mínimo en un fin de semana de diversión; que no sólo es cuestión de mano dura ni de medidas paliativas, sino de atacar de raíz los problemas que afectan a nuestra sociedad, incluyendo la corrupción en tantas dependencias gubernamentales y ambientes empresariales; que no sólo es cuestión de criticar y criticar un viernes en la noche, alrededor de una botella, en la comodidad de nuestro ambiente, sino de involucrarse en lo que sea, pero involucrarse; que basta ya de decir que el gobierno tiene la culpa de todo --aunque en esta derrota tenga mucha cola que le pisen--, cuando no somos capaces ni de "quemarnos" públicamente al señalar en qué no estamos de acuerdo.

Estimados salvadoreños, los días de asombro o tristeza por la derrota terminaron. Que se borren las caras apagadas, que nadie diga --¡por favor!-- que es hora de irnos buscando mejores cielos, porque hoy es cuando nuestro país más nos necesita. La medalla al mérito no se la dan al que huye cuando la cosa se pone fea, y El Salvador espera de nosotros, cada quien desde donde le corresponde, que sepamos dar la cara.
Ahora nos toca aprender a ser una oposición digna y de altura que vele para que, en el futuro, este sistema de libertades, que valió tantos años de guerra, continúe vigente.
Por favor, no podemos pretender ni desear que ahora a nuestro país le vaya mal sólo para que aquellos que escogieron al Presidente Funes "aprendan".

Tampoco podemos caer en insultos, gritándoles cualquier cosa por la decisión que tomaron. Lo nuestro no puede ser el revanchismo. Mucho menos se trata de ponerle trabas a las iniciativas que propongan el nuevo Presidente y su gabinete, como tristemente hicieron ellos en el pasado. No señores. Se trata de apoyar todo aquello que beneficie a la población salvadoreña, de ser auditores exigentes de la gestión gubernamental que comienza el próximo junio y de defender nuestro país de cualquier insinuación que atente contra su soberanía. En fin: se trata de sumar y no de restar, poniendo el hombro.

En noviembre pasado, John McCain nos dio cátedra de democracia cuando, al final de las elecciones estadounidenses, se dirigió al candidato ganador como "mi Presidente". A esa madurez política aspiramos.

De usted, Presidente electo Funes, espero que su gestión gubernamental tenga la unidad y la concertación que proclamó en su discurso del domingo 15 de marzo, y también espero que en junio de 2014 entregue la banda presidencial habiéndole cumplido a El Salvador.

Creo en el sistema de libertades, por eso no estoy dispuesto a entregar El Salvador a nadie, no permitiré que el comunismo haga de las suyas en esta tierra y, lejos de visiones exclusivamente partidistas, insisto que sigo presente por mi Patria.


Giovanni Avilés
Colaborador de El Diario de Hoy

EL SALVADOR: LA GRAN LECCIÓN

Tras veinte años de bien gestionados gobiernos, el partido de la derecha ARENA cede el poder por la vía electoral a quienes lo habían intentado alcanzar por la vía de las armas. El relevo ya confirmado con la victoria del FMLN en las pasadas elecciones confirma a quienes observamos la política en el continente que la ruta de alternabilidad democrática escogida por el hermano pueblo salvadoreño es la correcta.

Lo ocurrido es interesante y es un maravilloso ejemplo de un proceso de maduración cívico-política. Dos décadas de gobiernos de derecha empresarial ceden su lugar a la izquierda agrupada en el Frente. Cada vez que ARENA venció al FMLN en los cuatro ejercicios anteriores, los entonces opositores aceptaron la derrota y continuaron su trabajo de fortalecimiento y reinvención de su opción. Así fueron ganando poco a poco alcaldías y diputaciones, hasta llegar al punto de ser un proyecto viable que logra el favor del voto popular. Atrás quedó la confrontación ulterior al discurso.

Atrás quedó la guerra fría y se dio el paso más importante al convencer a toda la nación que es el ejercicio de la política en su más amplia y continua expresión lo que da espacio al cambio, al relevo, a la revitalización del tejido social y político de nuestros pueblos.

Con este triunfo y la aceptación de los grupos asimilados en ARENA, se confirma que los gremios empresariales pueden apoyar y participar en la política, pero deben tener la madurez necesaria para admitir que hay una agenda de nación muy superior a la de sus propios intereses. Viene esto al caso, porque hay naciones en nuestra región en donde el sector empresarial interviene en la política con una visión corporativista de todo o nada y terminan contradictoriamente –por la fuerza de su poder económico– destruyendo las instituciones y su necesaria funcionalidad.

Los frentistas entendieron en todos estos años desde la trinchera política que la derrota encierra sabias lecciones. Comprendieron lo mismo que los areneros han admitido ahora: hay una nación por construir, una nación por enriquecer todos los días, en la cual la estrategia para administrar la cosa pública toma el lugar prioritario que pocos días antes tenía la táctica política durante la campaña y antes, la táctica militar durante los tiempos aciagos de la lucha entre hermanos.

El futuro de El Salvador llega de la mano de un elocuente y moderado social demócrata que confiesa querer parecerse más a Lula que al icónico Fidel Castro, fuente de inspiración de los principales cuadros frentistas. Importante rasgo que define al relevo presidencial, quien hoy tendrá el desafío de buscar una receta de necesarios ajustes en mitad de una cruda crisis financiera global al tiempo que por primera vez la izquierda salvadoreña confronta el reto de transformar la nación sin provocar la debacle, aspecto radicalmente diferente respecto a los antiguos enunciados del FMLN de Schafik Hándal.

¿Que si es una lección? Saque usted sus propias conclusiones. Yo desde mi silla en el centro derecha del espectro político, felicito a ARENA, a los ejemplares empresarios de El Salvador, al pueblo salvadoreño y al presidente Mauricio Funes a quien le deseamos que la visión moderada que proyectó al mundo a través de CNN sea el eje de ruta que le permita proveer al pueblo salvadoreño la prosperidad y la paz social que busca y que con ello el futuro se plantee menos oscuro que lo dibujado en la mesa de los analistas.

Julio Ligorría Carballido/ Consultor guatemalteco, presidente de Interimage Latinoamericana, S. A.

BANDERAS ROJAS

En la noche del 15 de marzo --ya se sabe que el próximo presidente de la República se llamará Mauricio Funes-- un vehículo cruza la ciudad capital. Es de los pocos que esta noche no llevan banderas rojas. La Colonia Escalón es escenario de la fiesta de triunfo del Frente. Viajan en silencio tres ex-guerrilleros del FMLN histórico. No están de fiesta, por nada. Son de los dirigentes que hace años se separaron del FMLN, excomulgados por defender posiciones heréticas no tan diferentes como ahora las usó Mauricio Funes para ganar las elecciones.

No han apoyado a Funes. No por simpatía a ARENA, sino por antipatía al partido FMLN, partido que sus ex-compañeros han privado de su pluralidad, su democracia interna, su creatividad basada en diversidad...

Viajan en silencio, viendo el mar de banderas rojas en la Escalón, precisamente donde ellos, hace 20 años, hicieron llegar la ofensiva guerrillera.

De repente uno de ellos, viendo las caras largas de sus compañeros, rompe el silencio: ¿Y no para eso nos dimos riata en la guerra?

El otro: ¿Para que estos babosos vengan 20 años después a izar banderas rojas en la Escalón? ¡No jodás, yo no me di verga para esto!

"Nombre, para que cualquiera, aunque te caiga mal, pueda ser presidente, si la mayoría así decide. Para esto luchamos, ¿o no?"

Yo también pasé por esta misma zona, en esta misma noche del 15, regresando del Canal 12. Y tuve exactamente esa misma sensación de que la historia nos estaba jugando una broma.

Qué ironía: Hace 20 años estábamos dispuestos a perder la vida para ver que la bandera roja ondeara en Casa Presidencial, y hoy no siento alegría ninguna al ver este mar de banderas rojas en la Escalón. Ya no veo en el rojo de la bandera el símbolo de la esperanza y de la lucha por la libertad, sino el símbolo de ortodoxia, autoritarismo, retórica nostálgica...

Qué ironía: Cuando ya nadie en el mundo marcha bajo banderas rojas, vienen éstos y van a elecciones con banderas rojas... ¡y ganan! La última bandera roja del mundo, izada en El Salvador, entre todos los lugares del planeta...

Qué ironía: Al fin gana la izquierda, uniformada de rojo, cantando las canciones de anteayer, gritando las consignas de ayer, rezando al Che y a Farabundo como si fueran santos. Y en vez de sentir alegría y satisfacción, a muchos ex-guerrilleros nos entra preocupación: No vaya ser que los que hoy marchan con banderas rojas piensen que al fin han ganado la guerra... y actúen así.

Porque la guerra nadie la ganó y nadie la perdió. La terminamos negociando entre todos, sin excluir a nadie de la nueva república. Esta concepción de la paz y de la democracia hay que defenderla contra las actitudes revanchistas de donde provengan, derecha o izquierda. Contra los que siguen cantando "El Salvador será la tumba de los rojos", y contra los que siguen gritando "¡Revolución o muerte, venceremos!"

¿Quiénes están dispuestos a defender lo que logramos como sociedad con los Acuerdos de Paz? Gentes de izquierda y de derecha que se cansaron de gritar tonterías y rendir homenaje a protagonistas de la Guerra Fría convertidos en estatuas de bronce. De esa gente cansada de imperativos ideológicos, una buena parte marcó la bandera roja del FMLN, porque cree que el cambio prometido por Mauricio Funes también incluye la renovación de su partido; otra parte marcó la bandera de ARENA, porque cree en la apertura y las reformas que prometió Rodrigo Ávila. No importa, a la hora de tener que defender la democracia se unirán.

Aquí ya no hay mayoría para regímenes autoritarios. El FMLN no pudo ganar sin la camisa blanca y el discurso reformista de Funes. Y ARENA ya no se atreve ir a las elecciones sin un programa reformista como el de Ávila.

Eso ya es ganancia.

Paolo Lüers
*Periodista de origen alemán y editor de Siguiente Página.

miércoles, 25 de marzo de 2009

LA PRUEBA DEMOCRÁTICA DE EL SALVADOR

En sus tiempos radicales, Ken Livingstone, el ex alcalde de Londres, sarcásticamente dijo que si una votación cambiaba algo, la abolirían. Resulta ser que en América latina las elecciones, en verdad, sacuden las cosas. La última prueba de ello: Mauricio Funes, el portador del estandarte del FMLN -hasta no hace mucho, un movimiento guerrillero marxista-, acaba de ganar las elecciones presidenciales de El Salvador.

Esto es destacable en un país que, hasta donde llega la memoria, ha sido gobernado, cueste lo que cueste, por una oligarquía reaccionaria. Si la estrecha victoria electoral de la izquierda salvadoreña es aceptada pacíficamente -como ha sucedido hasta el momento-, significa que América latina, verdaderamente, ha recorrido un largo camino.

Que este cambio profundo sea visto o no como un momento clave en la consolidación de la democracia en El Salvador, o como el inicio de una pendiente hacia la inestabilidad, dependerá de la capacidad de Funes para equilibrar dos imperativos complejos y contradictorios: llamar a la moderación en todo el espectro político al mismo tiempo que se implementan las profundas transformaciones sociales que El Salvador tan penosamente necesita.

Con casi la mitad de la población debajo de la línea de pobreza, las profundas desigualdades del país residen en su tumultuosa historia política, sus elevados índices de criminalidad y la masiva migración hacia el exterior.

En todo respecto un hombre razonable, Funes enfrenta una batalla cuesta arriba a la hora de predicar moderación. Presidirá un país profundamente polarizado, donde las fuerzas conservadoras se encuentran fuera del palacio presidencial por primera vez en la historia. Si el tono vicioso de la campaña de su rival ofrece algún indicio, Funes no puede contar con la buena voluntad de quienes todavía tienen que aprender a comportarse como una oposición leal.

Más importante aún, tal vez, sea la relación del nuevo presidente con sus propios aliados. Funes, un advenedizo político que no participó en la guerra civil del Salvador, junto con todos los candidatos parlamentarios del FMLN, fue elegido a dedo como candidato presidencial, a puertas cerradas, por la Comisión Política del partido, donde cuadros marxistas reaccionarios todavía deambulan sin obstáculos. La lealtad de la comisión electoral parlamentaria reside, principalmente, en la estructura tradicional del partido y sólo accidentalmente en Funes.

Aún más problemáticas son las limitaciones que enfrenta Funes en materia de propiciar una agenda de reforma social. Para empezar, el FMLN no cuenta con una mayoría parlamentaria, que sigue en manos de sus oponentes de derecha, ARENA y sus aliados de larga data, el pequeño PCN. La administración de Funes parece estar condenada a la parálisis política, una enfermedad crónica de los regímenes presidenciales de América latina.

Es más, la actual crisis económica está creando problemas especialmente serios para la economía salvadoreña. Los envíos de remesas desde Estados Unidos representaron aproximadamente el 17% del PBI en 2008, más que las exportaciones totales del país.

Esta fuente vital de capital está cayendo a un ritmo alarmante -8,4% de enero de 2008 a enero de 2009-. No sorprende que el pronóstico de crecimiento económico del Salvador para 2009 haya sido recortado a apenas el 1%.

El verdadero problema, sin embargo, no tiene tanto que ver con la contracción económica como con el espacio muy limitado de maniobra que tiene el gobierno en un país que dolarizó su economía en 2001. En vista de la caída de las remesas desde el exterior y de la inversión extranjera, Funes rápidamente descubrirá que la dolarización sin dólares no es algo divertido.

Funes es una voz moderada en un país donde éstas no abundan. Necesita toda la ayuda que pueda obtener. Estados Unidos, que todavía tiene una influencia política significativa sobre lo que sucede en El Salvador, haría bien en aceptar su elección y ofrecerle un apoyo tangible para las reformas sociales esenciales.

La apuesta es elevada. Enfrentado a obstáculos atemorizantes y a una oposición desleal, Funes bien puede decidir escuchar a la línea dura del FMLN y perseguir su agenda de reforma sin ninguna paciencia por los mecanismos de control democráticos, tal como han hecho otros líderes de izquierda de América latina, como Rafael Correa de Ecuador y Evo Morales de Bolivia.

En el caso de Funes, elegir ese camino sería un error histórico. Pondría en peligro el único legado importante -aunque levemente irónico- de la lucha armada del FMLN: la creación de una democracia liberal en El Salvador.

La democracia es una herencia que no tiene precio. Si en medio de la indiferencia del mundo Funes eligiera ser inconstante y poco confiable, se demostraría que Livingstone estaba equivocado: votar puede cambiar mucho, y a veces para peor.


Kevin Casas-Zamora
Senior Fellow in Foreign Policy at The Brookings Institution, and former Vice-President and Minister of National Planning of Costa Rica. Copyright: Project Syndicate, 2009. www.project-syndicate.org

martes, 24 de marzo de 2009

LA ÚLTIMA PALABRA

Ojalá que Mauricio Funes se reserve la última palabra y no la ceda al Frente Farabundo Martí (FMLN), porque si de este partido van a depender las decisiones más importantes del nuevo gobierno de El Salvador, hasta le podrían cortar la palabra a los periodistas independientes, como ha hecho Hugo Chávez en Venezuela y trata de hacer Daniel Ortega en Nicaragua.

Lo poco que ha dicho Funes, tras ser elegido Presidente, deja entrever que gobernará de una forma distinta a los regímenes de la izquierda autoritaria en Bolivia, Venezuela y Nicaragua, pero eso hay que verlo antes de creerlo.

Una característica de Funes, que de entrada le diferencia de Ortega, Chávez y los ex guerrilleros extremistas del FMLN, es su formación y experiencia como periodista, profesión a la que se dedicó con éxito por más de dos décadas hasta entrar en la política.

Aunque llega al poder montado en el carro del FMLN, un partido tan ortodoxo como el Frente Sandinista (FSLN) y vinculado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), supongo que Funes tiene una noción clara y comprobada de lo que es la democracia y la importancia de la libertad de expresión y de prensa para el desarrollo de un país.

Mientras fue periodista, no sólo de la televisión salvadoreña sino de medios internacionales importantes, el hoy Presidente supo reclamar el derecho de los comunicadores sociales a informar sin restricciones, igual que el de la población en general a expresarse y opinar con libertad. Por ello, se caracterizó por ser crítico, por hacer las preguntas más difíciles e incómodas a los entrevistados.

Sin embargo, hay indicios de que Funes siendo candidato se negó a conceder entrevistas a medios de El Salvador. En la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), hace una semana en Paraguay, representantes de periódicos salvadoreños informaron de una relación tensa entre los medios y los candidatos del FMLN, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén.

“La fórmula presidencial de este partido se ha negado a participar en algunos programas de opinión de dos cadenas de televisión, TCS y Tecnovisión; al periódico El Diario de Hoy le ha negado constantemente entrevistas y ha dicho públicamente que solamente se la dará cuando exista un cambio de posición editorial de la empresa propietaria”, precisa el informe de la SIP.

De Sánchez Cerén puedo esperar eso y más, por ser uno de los duros del FMLN capaz de censurar a un medio de comunicación adverso; y en el caso de Funes me suena raro porque, independiente de su alianza política con la ex guerrilla, creo que ignorar a medios y periodistas, o en caso extremo atacarlos, sería ir contra los principios de libertad que abrigó en la misma profesión.

Aun si llegara a renegar de su época de periodista, algo que descarto, Funes sabrá que la información periodística independiente y crítica es necesaria para mejorar la administración pública. Como dijo Fernando Lugo, el presidente paraguayo que no es periodista sino sacerdote, “es mejor una prensa adversa, que nos ayuda desde su cuestionamiento a producir autocrítica necesaria para enmendar nuestros errores, que una prensa amiga que oculte los síntomas de errores de gestión”.

Funes tiene ahora la última palabra. Ojalá no se la quiten.

Douglas Carcache / Periódico La Prensa, Nicaragua

EL SALVADOR, EN LA ENCRUCIJADA

Mauricio Funes, presidente electo de El Salvador, afronta un dilema potencialmente devastador: o dedica su mandato a mejorar sustancialmente la democracia liberal y el régimen de economía de mercado que le han abierto las puertas del poder en unas elecciones limpias, o se empeña en demoler una y otro para incorporar su país a la crispada familia del "socialismo del siglo XXI", como le susurran al oído los elementos más radicales del FMLN, y como desde Caracas le sugiere a gritos el señor Hugo Chávez, pintoresco apóstol de esa delirante utopía.

Si el señor Funes se decanta por la primera opción, que es la de la sensatez, probablemente acabará rompiendo con el FMLN, que le proporcionó la franquicia política comunista que le permitió ganar las elecciones. Si elige la senda chavista, sin duda se ganará el aplauso de la izquierda lunática y numerosas portadas de revistas, pero empobrecerá aún más a sus compatriotas, los colocará al borde del conflicto armado y echará por tierra todo lo que El Salvador ha hecho razonablemente bien a lo largo de los últimos veinte años, las dos mejores décadas, por cierto, de su atormentada historia como nación independiente.

Pero el dilema de Funes no es menor que el de sus adversarios. Los dirigentes areneros, molestos tras haber perdido las elecciones por apenas un dos por ciento de los votos después de veinte años consecutivos de gobierno, sabedores de que la mitad más poderosa y mejor educada del país los respalda, incluidas las fuerzas armadas, pueden sentir la tentación de hacer una oposición dura y sin cuartel hasta hacer ingobernable el país y así tratar de evitar que se entronice en El Salvador otro régimen autocrático y antioccidental de signo colectivista como los que preconiza la casa matriz bolivariana.

No obstante, los militantes de Arena y el vasto sector empresarial que apoya a ese partido político también pueden hacer lo contrario: acercarse al presidente Funes y proponerle un acuerdo serio para mejorar la imperfecta calidad de la democracia salvadoreña, erradicando la corrupción, introduciendo elementos de transparencia en la administración pública e invirtiendo una buena cantidad de recursos en crear empresas de alto valor agregado que generen empleos bien remunerados, a cambio de que se mantengan en pie las instituciones republicanas y se garanticen los derechos humanos y el respeto a la constitución vigente.

Si el sentido común prevaleciera en el terreno político, lo prudente, en esta etapa, sería tender lealmente la mano a Funes hasta conseguir averiguar si se trata de un reformador bienintencionado consagrado a corregir muchos de los males que afligen al país o, por el contrario, si estamos ante otro ignorante revoltoso, superviviente ideológico de la Guerra Fría, enquistado en la mentalidad de los años ochenta del siglo pasado, incapaz de aprender de la experiencia ajena y dispuesto a repetir otra vez el cruel disparate de la construcción del socialismo, como si los cien millones de muertos que costaron los experimentos marxistas del siglo XX no sirvieran de nada.

De triunfar la prudencia, ¿se sentiría traicionada esa mayoría de salvadoreños que, aunque fuera por un estrecho margen, votó por Funes y el FMLN? No lo creo. La inmensa mayoría de esos electores apostó por un cambio que le trajera mejores condiciones de vida materiales, y no por ciertas confusas abstracciones teóricas o por un determinado modelo de Estado.

Lo que desean, como todos los pueblos, es más oportunidades de trabajo y una sociedad más justa, y no enterrar tres generaciones en el esfuerzo inútil de hacer la revolución, tarea que ya sabemos que conduce al matadero, al calabozo o a la indigencia.

¿Qué va a suceder? Pronto lo sabremos. Posiblemente, en los primeros cien días del gobierno de Funes. Cualquiera de los dos caminos que tome tendrá que comenzar rápidamente a transitarlo.

Carlos Alberto Montaner

lunes, 23 de marzo de 2009

UNA VUELTA DE LA RUEDA DE LA HISTORIA

El 16 de enero de 1992, cuando fueron firmados los Acuerdos de Paz entre la Comandancia General del FMLN y el gobierno del presidente Alfredo Cristiani, comenzó una nueva etapa en la vida nacional de El Salvador. Terminaba un conflicto de 20 años, que dejaba un saldo de destrucción y muerte. Y comenzaba el proceso de paz y construcción de la democracia; con una sociedad dividida, pero con grandes esperanzas. Era un acuerdo que los mismos protagonistas calificaron: sin vencedores ni vencidos.

Atrás quedaba el conflicto con su secuela de muerte y destrucción. La rueda de la historia siguió su curso hacia delante. El FMLN se convirtió en partido político y participó por primera vez en las elecciones de 1994.

Esas elecciones presidenciales y otras 2 más las ganó ARENA, y el FMLN aceptó los resultados. Así, llegamos a las elecciones del 2009 y esta vez el panorama político era diferente. El Frente había decidido su formula presidencial sin sobresaltos, escogiendo como candidato a presidente a Mauricio Funes, quien era un periodista muy conocido y no era militante del partido; pero para garantizar los votos militantes en la fórmula lo acompañó Salvador Sánchez Ceren, ex miembro de la ex Comandancia General del FMLN.

Del otro lado, la derecha vivía la situación más complicada en su historia como gobierno: pues además del desgaste normal de cuatro periodos de gobierno, enfrentaba una crisis mundial que golpeaba duramente la economía nacional, particularmente la de los más necesitados. Y para agravar la situación, la derecha realizó un accidentado proceso interno de elección del candidato a presidente, generando descontentos y fraccionamientos que hicieron públicas sus disensiones.

Así, Rodrigo Ávila tuvo que luchar contra una ventaja de Mauricio Funes de alrededor de 20 puntos, contra el descontento y la división en el seno de su partido y con la carga de lo bueno y lo malo de los gobiernos anteriores.

El último gobierno del presidente Saca había dicho que lo social era el esfuerzo central de su gobierno, sabía que si no invertían en función social, difícilmente podrían mantenerse en el poder. Después de un intenso trabajo, el candidato de la derecha logró acortar esa distancia a un dígito. Dos semanas antes de las elecciones el resultado era incierto, con posibilidades reales para ambos candidatos. En los últimos meses la campaña fue dura, ácida y polarizante. Nunca había estado la izquierda tan cerca de acceder al ejecutivo; pero la gran duda era: ¿va a entregar el poder político la derecha, después de detentarlo por 20 años? ¿Respetarán la alternabilidad democrática?

El 15 de marzo del 2009 ganó Mauricio Funes con el FMLN, con un margen de menos de 3 puntos que sumaban cerca de 70,000 votos. El pueblo salvadoreño fue a votar con toda tranquilidad, dando una alta muestra de madurez cívica y democraticaza. ¡Bien por el pueblo salvadoreño!

Esta vez, el Tribunal Supremo Electoral, dio el primer adelanto de los resultados a las 7.30 p.m. como lo había prometido; y los observadores internacionales y la opinión nacional vio que habían cumplido con mucha más eficiencia que en elecciones anteriores ¡Bien por el TSE!

Esa misma noche, el presidente electo al proclamarse ganador lanzó un mensaje inteligente, conciliador y esperanzador: hizo un llamado a la unidad nacional diciendo que nos olvidemos de revanchismos y confrontación.

¡Bien por Mauricio Funes y la izquierda! Ya no vimos al candidato acosado por la propaganda electoral y a la defensiva, asomó el estadista que las condiciones demandan. Tampoco dudó Rodrigo Ávila, quien flanqueado por el presidente Saca y los expresidentes y dirigentes de la derecha, salió esa misma noche con hombría y entereza, aceptando los resultados, con un mensaje conciliador.

Ambos contendientes actuaron con la altura y calidad esperada. Los días siguientes seguimos viendo señales positivas. El presidente Saca sintetizó la nueva situación en la frase que le dijo al presidente electo: "Hasta el 31 de mayo yo soy tu presidente, a partir del 1 de junio, vos serás mi presidente." ¡Bien por Rodrigo, el presidente Saca y la derecha!

Como es lógico, entre los perdedores existieron diversas reacciones: los que siempre lo dijeron, los que le echaron la culpa a otros, los que asumieron su responsabilidad y los que pidieron cabezas.

Por los resultados electorales y las reacciones negativas posteriores, pareciera que la derecha no terminó de unirse en torno al candidato presidencial. Sus dirigentes sabrán como reestructurarse; pero eso sí, si se quedan buscando culpables, perderán un tiempo valioso que necesitarán para planificar y enfrentar el reto de ser una oposición fuerte y responsable dentro de 3 y 5 años.

Deben hacer su balance de los resultados, reconocer sus errores y superarlos, pero con más fuerza, deben ver hacia delante y mantenerse unidos, si quieren seguir siendo fuertes.

El 1 de Junio, Mauricio Funes será el Presidente de la Republica de El Salvador. Y con él, el FMLN, los Amigos de Mauricio y colaboradores cercanos, tendrán que gobernar para todos los salvadoreños.

La cúpula empresarial ha dicho que está a la expectativa de la concreción del discurso conciliador del presidente electo, de que elija un gabinete de gobierno con base en la capacidad e idoneidad.

El presidente electo Mauricio Funes tiene clara conciencia de que gobernará en un contexto complicado, en medio de una crisis económica mundial; y que simultáneamente deberá llenar las grandes expectativas de los salvadoreños.

Pero, de nuevo, seguimos viendo señales positivas: en la campaña electoral, Mauricio Funes manifestó que quería mantenerse cerca de los presidentes Lula de Brasil y Obama de Estados Unidos. Siguiendo esa lógica, su primer viaje como presidente electo fue hacia Brasil.

La rueda de la historia salvadoreña ha dado su primera vuelta, hacia una nueva época post acuerdos de paz. Esperemos que dentro de 5 años continúe avanzando en el mismo sentido de desarrollo democrático.

Por Juan Ramón Medrano - Ex comandante del ERP/FMLN - Analista Politico

CRITICAN A FUNES POR ALEJARSE DE IZQUIERDA

“Funes representa una victoria de la democracia liberal o neoliberal contra las fuerzas más ultras, más derechistas.” Peter Sampras, sociólogo

Publicaciones de izquierda critican al presidente electo por su cercanía con los Estados Unidos. El periódico El País, de España, se pregunta si mantendrá alineación con Lula.

Peter Sampras, un sociólogo estadounidense que es una especie de gurú para la izquierda latinoamericana, dice sin ningún rubor que Mauricio Funes fue un candidato “con muchos compromisos con el gran capital”. Fue una entrevista, realizada por la uruguaya Radio Centenario, pero que retomó la página electrónica de la Tendencia Revolucionaria, dirigida por Dagoberto Gutiérrez.


El mismo Gutiérrez, un ex comandante del FMLN, le aconseja a Funes, en el mismo sitio electrónico, que cambie el aparato de Estado y que escoja ministros trabajadores, sencillos y capaces. “No debe ser gente enamorada de los lujos, de la ostentación ni del boato”, sugiere. Un sitio del FMLN, El Trompudo, le aconseja a Funes no hacer caso de oportunistas, así le feliciten.

No obstante, la cercanía del presidente electo con el gobierno de Barack Obama es lo que irrita a Raúl Crespo, el autor de “Socialismo o remesas. El dilema de Mauricio Funes”, publicado en Aporrea.org, un sitio web obligado para los intelectuales de izquierda.

“Primero posesiónese con dignidad y actúe en consecuencia revolucionaria, señor Funes. Preferible muerto que arrodillado”, dice Crespo antes de continuar con “ser de izquierda tiene un precio presidente Funes, libertad con dignidad, socialismo o muerte, con los norteamericanos no hay de otra, si no pregúntele a su compañero Salvador Sánchez Ceren, él fue guerrillero del FMLN, no puede aceptar imposiciones de Estados Unidos antes de empezar su gobierno, ni durante ni después. Eso es dignidad.

En el periódico español El País hay varios artículos sobre las perspectivas de gobierno de Funes. Moisés Naím se pregunta si el nuevo presidente de El Salvador se alineará al “eje de Lula” o “al eje de Hugo”.

“Su partido se encuentra a su izquierda y lo presionará para que se incline hacia el eje de Hugo. A pesar de la caída en los ingresos petroleros, Chávez sigue teniendo dinero para influir en la política interna de El Salvador, y no hay dudas de que así lo hará”, considera el articulista.

DESPUÉS DE LA ELECCIÓN

El discurso de Mauricio Funes al saberse elegido: estupendo. Habría sido muy comprensible y disculpable que hubiera aludido en él a algún golpe bajo de la campaña opuesta. Pero no lo hizo. Todas sus palabras fueron nobles, abiertas, con lineamientos tranquilizadores, ilusionantes, magnánimos, muy aplaudibles. Perfecto. Nota: 10. Quiero creer que estuvo dicho con sinceridad, que esas serán las líneas principales de su gobierno. Aunque recuerdo discursos parecidos del pasado, en otros países, y después… como dice el refrán: "Del dicho al hecho va mucho trecho".

El electorado, el pueblo, durante toda la jornada: también de aplauso. Magnífica gente, magnifica jornada. Fue un espectáculo espléndido ver, en los centros de votación, la afluencia de tanta gente acudiendo a las urnas, con orden, con paz.

El Tribunal Supremo Electoral, también con nota diez, cumpliendo lo prometido. Los que triunfaron, celebrando con lógica alegría y jolgorio, pero sin derivaciones violentas, ni daños notables a la propiedad privada.

Ante los observadores y periodistas internacionales, el país mostró un espectáculo de democracia y civismo espléndidos. Todo salvadoreño debe estar orgulloso de su país.

EL Salvador estuvo ese día ante los ojos, el juicio y los comentarios de la opinión publica internacional y ésta tuvo que reconocer el excelente ejemplo que dio el país de convivencia cívica y funcionamiento democrático.

¿Algunos puntos negros? Sí claro, por ejemplo, el campo pagado de la embajada de Venezuela que me parece lamentable y nada concorde con el verdadero espíritu de Simón Bolívar. Es inútil que Chávez se disfrace de Bolívar, porque "aunque la mona se vista de seda, mona se queda".

Otros puntos negativos no los señalaré en concreto. Sobre ello, sólo escribiré algunos refranes. El primero de ellos, modificado de su versión genuina que es muy dura. En versión "light" dice: "Creen los mentirosos, que todos son tramposos".

Va otro, casi contrapuesto, que dice: "En la mesa y en el juego, se conoce al caballero". Y para los principales causantes de la derrota de ARENA, éste: "La avaricia rompe el saco (o mas bien la bolsa)". Bueno y ya en plan de imitar a Sancho Panza, que abundaba en refranes, añadiré que "el que le pique, que se rasque" o "al que le venga el saco, que se lo ponga".

Bien, y después de la elección… ¿ahora, qué? Es casi unánime la opinión de que dado el práctico empate en votos de las dos corrientes antagónicas, la situación pide políticas de nación, concertación en las decisiones y unidad nacional. Me parece espléndido también. Tenemos el aceite y el vinagre. Para la concertación, falta la ensalada. ¿Quién pone la lechuga, el tomate, y otros ingredientes?

Pienso que la mayoría, esa inmensa mayoría que no es ni aceite ni vinagre, ni de ARENA ni del FMLN. Es toda esa gente que lo que quiere es seguridad en las calles, convivencia pacífica, trabajo bien remunerado, más empleos, muchos más empleos, justicia que merezca ese nombre, justicia social con preferencia a los más desposeídos --como muy bien prometió el próximo presidente-- y combatir no sólo la pobreza física sino también la pobreza mental, que es la que lleva a la animalidad y a la violencia.

A mi me preocupa más la pobreza o la miseria mental y moral. Porque hay mucha gente, pobre en dinero, pero moralmente ricos.

Los columnistas comprobamos a diario, en la gente que nos escribe por la Internet, cuanta ignorancia existe de la realidad circundante, de lo que realmente pasa en el mundo. De ello tiene gran culpa muchas agencias de noticias internacionales que falsean los hechos, callan unos y magnifican otros. Pero también tienen la culpa maestros y profesores que en vez de dar buen alimento intelectual, siembran confusión o veneno en las mentes hambrientas de verdad y bondad.

Es triste ver tanta mala ortografía en gente universitaria y qué pésima ilación de ideas cuando tratan de expresar su pensamiento.

De los que están eufóricos por el triunfo electoral del FMLN, por sus correos se ve que muchos de ellos viven de ilusiones centradas en personajes y políticas que han transformado en verdaderos mitos, muy alejados de la historia real. Hay otros que insultan sin dar argumentos porque no tienen ninguno. Sólo expresan odio irracional, sentimientos destructivos.

Hace falta mucha educación, muchísima educación, en todos los estratos de la sociedad. Pero me temo que comenzamos una etapa donde la educación, la verdadera educación, va a ser sustituida en amplias zonas de la población por la instrucción ideológica en mitos revolucionarios estériles o negativos.

Luis Fernández Cuervo, columnista de El Diario de Hoy

BUEN COMIENZO, ARDUO CAMINO

Contrario a lo que muchos temían, la parranda electoral no dejó mayor goma histórica. Mauricio Funes y el FMLN celebraron con mesura y humildad, mientras que ARENA y Rodrigo Ávila aceptaron la derrota con positiva resignación.

Se amaneció sin mayores traumas, y al día siguiente se retomó la normalidad. Los discursos del candidato perdedor y sobre todo del ganador estuvieron a la altura de las circunstancias y mirando hacia delante de las tristezas y euforias del momento.

Lo que más relevancia ha tenido es el discurso de proclamación de Mauricio Funes como presidente electo. Su llamado a la unidad nacional, la evocación a las políticas de Estado, su clara declaración a favor de los principios democráticos, su afirmación sobre las relaciones prioritarias con Estados Unidos, aunque posiblemente costaron arrancar los aplausos de algunos militantes, aminoraron los temores y desconfianzas de muchos que no votaron por él y merecieron el aplauso generalizado de la sociedad. Así, la mano de diálogo tendida al derrotado tuvo eco en este.

Ciertamente, fue un buen, muy buen comienzo. Un comienzo que puede significar un paso importante en el camino de la consolidación de nuestra frágil democracia. Pero también se trata, como todo recorrido, de un paso en un camino que tiene retornos y desvíos.


La democracia debe conquistarse paso a paso y todos los días de nuestro devenir histórico; y los caminos de la conquista, siempre arduos, no suelen estar garantizados. Para que en un futuro podamos encontrar en los anaqueles de nuestra historia republicana este primer desembarco de la izquierda al gobierno, como un hito en la consolidación de nuestro proceso democrático, deben pasar muchas cosas. Dos de las cuales me parecen fundamentales, como condiciones necesarias aunque insuficientes.

En primer lugar, será esencial que la relación gobierno Funes y partido FMLN no solo favorezca enfrentar los problemas del desarrollo y la crisis económica, sino que también se vaya decantando a favor de la consolidación de los esquemas democráticos.


Para ello, será fundamental remozar aquellas concepciones al interior del partido donde la democracia aparece como una apuesta táctica y no estratégica, y aquellos pensamientos donde la democracia es un espacio obligado a ocupar por las circunstancias del momento histórico, dentro del cual, luego de la acumulación de fuerzas, posibilitará el estrecharlo en función de un proyecto político autoritario.

Por ello, será altamente significativo saber quiénes serán los que presidirán el “gabinete político” del próximo gobierno, de tal forma que a la cabeza y cuerpo del Ministerio de Gobernación, Seguridad, Defensa e Inteligencia del Estado, se encuentren personas con meridiano e incuestionable talante democrático.

Poco avanzaremos y poco cambiará si sectores de peso en la izquierda caen en la tentación de reproducir los mismos pecados anti democráticos que se han venido cometiendo desde la derecha: control partidario de las instituciones, manejo de la justicia para enfrentar detractores, uso del gobierno con fines partidarios, manipulación del Estado de Derecho, contubernios parlamentarios, corrupción y falta de transparencia, etc.


Ciertamente, la consolidación de nuestro proceso democrático necesita de una izquierda abierta, moderna e inequívocamente democrática.

En segundo lugar, el próximo gobierno de Funes también debe encontrar una derecha abierta y progresista, un opositor firme pero constructivo y decente. De igual forma, el posible avance hacia una izquierda democrática se favorecería al encontrar un interlocutor fuerte y válido de derecha democrática.


El país lo necesita. Y esta nueva derecha demanda cambios profundos y amplios en su actual dirigencia, culpable de la derrota. El camino hacia la consolidación democrática también se despejará en la medida que ARENA ponga a remozar sus concepciones, prácticas y anquilosadas dirigencias, y despeje con contundencia de su horizonte aquello que empaña la honestidad, la visión estratégica y la sabiduría.

En fin, si esos cambios se cristalizan, no cabe duda que el buen comienzo tendrá un buen recorrido final. Si la gestión del gobierno de Funes y el FMLN se desarrolla dentro de los marcos democráticos, y no hay asomo del autoritarismo que acompaña al mal llamado Socialismo del Siglo XXI, no cabe la menor duda que la alternancia y la democracia se consagrarán en nuestro país.


Y Mauricio Funes, y el FMLN, podrán pasar así a nuestra historia como los que posibilitaron la tan ansiada estabilidad y gobernabilidad democrática de nuestro país.

De hacerse así las cosas, así como a Cristiani se le recuerda como el presidente que hizo posible los Acuerdos de Paz, a Mauricio Funes se le podrá recordar como el presidente que hizo posible los Acuerdos de la Democracia y el Desarrollo de nuestra Nación.

Roberto Rubio-Fabián / Columnista de LA PRENSA GRÁFICA

¡QUÉ SEMANA!

Da la impresión de que han pasado varias semanas desde que Mauricio Funes ganó las elecciones presidenciales, pero solo ha pasado una semana. Los últimos siete días han sido muy intensos para todos los salvadoreños.

Todo mundo, independientemente que haya votado por el FMLN o por ARENA, está teniendo que ajustar expectativas y definir cuál será su rol en la nueva realidad política de El Salvador.

El voto más duro y radical del FMLN está teniendo que entender que Mauricio Funes no es un comunista como ellos, y que a pesar de ser una persona de izquierda, difiere en muchas cosas con ellos. Las personas que votaron por ARENA han tenido que asimilar que Mauricio Funes ganó y que el FMLN tendrá el Ejecutivo por primera vez en la historia del país.

Además, están teniendo que superar la campaña del miedo, que sí les caló my hondo a ellos y necesitan mensajes de confianza de parte de Mauricio Funes y su equipo para ir al encuentro del gobierno de unidad nacional. Mensajes como la desautorización de Gerson Martínez dan mucha confianza a este sector.

ARENA ha entrado en un proceso de recomposición que es crítico para su existencia futura y para tener los interlocutores adecuados a la nueva realidad política del país, para poder seguir siendo el digno representante de todos los sectores más conservadores del país, que sumaron en esta elección casi la mitad de todos los votantes.

Es muy bueno que los ex presidentes de la República hayan tomado en sus manos la transición; y es importante que se depure a todos aquellos que han tenido secuestrada a ARENA y le han hecho un daño enorme a dicho instituto político. Ojalá que aquí surja un nuevo liderazgo, que tenga una nueva visión del país y que sea capaz de ayudar a formar un gobierno de unidad nacional.

El PCN debería tender a desaparecer. Probablemente perderá cinco o seis diputados, así como Orlando Arévalo, y ya no será el fiel de la balanza en la Asamblea Legislativa, siempre y cuando ARENA y el FMLN puedan ponerse de acuerdo y hagan un pacto de nación y fiscal que le dé estabilidad y gobernabilidad al país.

Creo firmemente que este es un pueblo muy sabio, tal y como lo dije después de la elección del 18 de enero, y que lo ocurrido es lo mejor para el país.

La primera semana nos ha indicado que los políticos, empresarios, profesionales, trabajadores y la sociedad civil estamos listos para despolarizar a este país y crear una nación unida con una visión de futuro compartido para beneficio de todos los salvadoreños.

El camino no será fácil, pero del concurso de todos nosotros depende que tengamos éxito. ¡Adelante!

Luis Membreño

viernes, 20 de marzo de 2009

¿POR QUÉ EL PSUV CUESTIONA LOS RESULTADOS EN EL SALVADOR?

Pese al triunfo de Mauricio Funes, los dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) están molestos con los resultados de las elecciones presidenciales en El Salvador. Algunos aseguraron a Venezolana de Televisión, la propia noche de los comicios y al día siguiente, que hubo un fraude masivo.

“Nosotros calculamos que este fraude que le hicieron al Frente Farabundo Martí (FMLN), en la trampa electoral, se llevaron 15 puntos por diversos mecanismos. Hubo que ganar por 20 puntos reales para que reconocieran 2 puntos”, dijo el ex alcalde Freddy Bernal a la moderadora de Dando y Dando, el 16 de marzo en la noche.


Por su parte, el ex ministro Aristóbulo Istúriz aseguró que el FMLN ganó con 20 puntos de diferencia: “Los exit polls, yo te decía que eran sesenta a cuarenta, mas o menos… Se decía que había más de 40 mil personas que entraron por las fronteras de los países vecinos, con doble cédula”.

Surge la interrogante, si ganó el favorito de Chávez ¿Por qué los chavistas no están celebrando? ¿Por qué están tan insatisfechos?

Su molestia se debe a que hace apenas siete meses, el FMLN llevaba casi 20 puntos de ventaja por encima del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Pero cuando ARENA orientó su campaña a señalar los vínculos entre Chávez y el FMLN, la ventaja fue reduciéndose progresivamente, hasta producir el resultado final: una victoria pírrica de apenas 3 por ciento.

La conclusión es evidente: pese al triunfo de Funes, la alianza con Chávez le ocasionó un tremendo daño, como pasó antes con Ollanta Humala (Perú) y López Obrador (México). El FMLN pudo ganar única y exclusivamente por el desgaste de 20 años de gobierno de ARENA, y no porque la gente quiera a Chávez o al Socialismo del Siglo XXI.

Los chavistas se vieron obligados a inventar la tesis del fraude –¡Aún habiendo ganado! – para encubrir el tremendo rechazo que Chávez despierta en los pueblos latinoamericanos.

Aunque hará todo lo posible por lograrlo, a Funes le será difícil reproducir el mismo esquema chavista, justamente porque –debido a los señalamientos que se le hicieron durante la campaña electoral– todos sospechan de sus verdaderas intenciones.


El caso salvadoreño demuestra que los pueblos latinoamericanos quieren un cambio, debido a las condiciones de pobreza y de miseria en que viven. Pero también demuestra el rechazo que sienten hacia los modelos totalitarios como el de Chávez.

Alejandro Peña Esclusa